Como algunos de ustedes saben, en el pasado fui testigo de Jehová durante quince años (desde mi bautizo en diciembre de 1990 hasta mi renuncia en diciembre de 2005) y hoy, a la luz de los años creo que fue una experiencia con aspectos positivos y negativos, como todo en la vida.
Les digo esto porque luego de cinco años de haber salido quiero contarles algunas cosas, a través del tiempo muchas personas me han preguntado cómo fue eso, cómo son los Testigos, cómo fue que un liberal y crítico como yo llegó a serlo. Mi hermano Carlos me dijo cuando renuncié que en el fondo él sabía que algún día saldría de allí porque soy demasiado liberal para soportar un régimen religioso como ese. Tal vez sí, no lo sé y tal vez nunca lo sabré.
Soy como soy, vehemente, crítico, muchas veces excesivo y a veces hasta hiriente. Pero debo decir a mi favor que siempre he tratado de ser franco y honesto sin temor a cambiar de opinión, aun cuando a algunos eso les parezca un signo de inestabilidad.
Tal vez una de mis mayores y más tempranas convicciones desde que las tengo sea la libertad, en especial la libertad individual. Creo que a esto se ha referido Carlos con sus palabras.
Mi adolescencia transcurrió en la segunda mitad los 80, la década perdida de Latinoamérica, un tiempo lleno de problemas económicos y sociales pero también de discusiones políticas, tiempos de Reagan, Ortega, Pinochet, Alan García, La Madrid, y Felipe González, tiempos de Gorbachov y la Perestroika, de la caída del Muro de Berlín viéndolo desde aquí, tan lejos, tiempo del boom del rock en español y de mis estudios en la facultad de Arte en la Universidad Católica, en donde conocí algunos grupos de izquierda con los que nunca logré cuajar pero donde también conocí al punk, al bello punk. Un tiempo en el que confluyó esto con mi adolescencia sin sexo pero con demasiada rebeldía y ausencia emocional paterna.
Cuando terminaba la década y me preguntaba (aun no sé por qué me preguntaba) cuál sería la mejor forma de involucrarme en los asuntos del mundo sin terminar siendo terrorista, conocí en la Cato a un joven que me impresionó por su austeridad, sencillez, franqueza y más aún porque, siendo así, tenía una forma de pensar completamente distinta a la que se sospecharía de alguien tan poco llamativo a primera vista. Lucho Roncalla era delgado, más o menos alto, ropa siempre limpia y entallada, zapatos nítidos, peinado policial, cabello oscuro y piel algo colorada.
Lucho quizá haya sido, sin quererlo él, la persona que marcó el quiebre del que les hablaba al principio. Sin él yo nunca hubiera sido testigo de Jehová.
A inicios de 1989 me lo presentaron Percy Zorrilla y Alfredo Oshiro al unirme a ellos tres en sus habituales almuerzos en la cafetería de Ciencias de la universidad, El Ruso. Recuerdo aun que el Chino Oshiro me advirtió que Lucho era un tipo con ideas loquísimas pero que aparentemente eran sacadas de la Biblia, lo cual era siempre punto de partida para una infinidad de preguntas existenciales, de historia, arqueología, teología, política y cualquier cosa que viniera a pelo en ese momento. Y todos éramos apenas unos chiquillos entre 17 y 19 años, hablábamos de todo eso, menos de mujeres, lo cual ya por sí solo merece toda clase de suspicacias, aunque no me acuerdo si Percy ya había iniciado su relación con Mónica González.
El caso es que Lucho me impresionó porque era tan sereno para exponer esas ideas de lo más extrañas y aparentemente contradictorias, por ejemplo, estaba de acuerdo en que la política del mundo es generalmente corrupta y merece todo nuestro desprecio, pero a la vez decía que hay que obedecer a las autoridades en todo sin rebelarse ni protestar. Había injusticia en el mundo pero no se debía hacer nada al respecto. ¡Y lo sustentaba detalladamente con la Biblia! O sea, la Biblia dice que los gobiernos del mundo merecen destrucción pero era Dios y no la humanidad quien cambiaría todo eso. Uno tenía que quedarse sentadito nomás, viendo.
Lucho también nos decía que el fin del mundo había comenzado en 1914 con el estallido de la I Guerra Mundial y que desde allí en adelante vivíamos en “los últimos días” de este mundo o “sistema de cosas” (eso de que Dios destruya “el sistema” me sonaba bacán), todo lo cual, por supuesto, sustentaba con profecías de la Biblia. Es decir, que la pregunta no era cuándo comienza el Apocalipsis sino cuándo termina, lo cual ocurriría “muy pronto” o “en cualquier momento” porque desde 1914 vivíamos la cuenta regresiva del mundo.
Caray, o sea que no sólo el mundo era una mierda como mi adolescencia y yo creíamos sino que además Jesús, Jehová y un montón de ángeles con espada iban a llegar a quemar el kiosco mundano, acabando con Reagan, Ortega, Pinochet, Alan García, La Madrid, Felipe González, Gorbachov, la Perestroika, el Muro y la puta que los parió. Y lo digo así porque, para redondear la escena, también decía que todas las religiones del mundo (y principalmente la Católica) eran fuente de mentiras, robos, inmoralidades y asesinatos a lo largo de la historia. A todas estas religiones, según él nos decía, la Biblia las llama “Babilonia La Grande, la madre las rameras” que se acuesta con los gobernantes y empresarios del mundo. Amén.
Claro, yo me sentía feliz de que los políticos, los empresarios, los curas y sus sotanas desaparezcan pero no me imaginaba que la Biblia pudiera decir todo eso y menos que un jovencito tan seriecito y aplicado pudiera tener tanta matanza en la cabeza.
Pero el Chino Oshiro no se quedaba tan tranquilo con todas esas versiones catastrofistas del futuro. Él también leía sus cositas y solía poner en aprietos a Lucho con preguntas que generalmente apuntaban a la veracidad y coherencia de la Biblia. Una de las controversias que más me gustó era respecto a un militar del Antiguo Testamento, Jefté, quien antes de salir a la guerra prometió a Jehová que si ganaba le iba a dar en sacrificio (“holocausto” según casi todas las traducciones bíblicas) al primero que saliera a recibirlo en su casa luego de la victoria. Extraña promesa, ¿acaso Jefté pretendía hacer un sacrificio humano? ¿Acaso los judíos hacían eso? Pero lo controversial según la Biblia no es eso, sino los sentimientos encontrados de Jefté cuando gana la batalla y quien sale a recibirlo es su única hija. Por supuesto, Jefté se siente dividido entre cumplir su palabra o preservar a la nena. Y así. Entonces Lucho, con mucho esfuerzo, lograba explicar esta clase de controversias.
Sin embargo Lucho no era testigo de Jehová. ¡Apenas era un simpatizante! Y como Luchito ya no daba para más preguntas jodidas en el Ruso entonces decidí visitar yo mismo a esos pintorescos personajes que van de casa en casa, convencido de que allí tendría mucho qué aprender.
Es curioso, pero ni Lucho ni Alfredo, ni Percy, ni Mónica ni nadie llegó a hacerse testigo de Jehová, pero yo sí. Tal vez porque el único que se tomó en serio esas discusiones entre las moscas del Ruso era yo, o simplemente porque yo era el más tonto de todos los tontos que deciden almorzar en el Ruso.
Desde ese primer almuerzo con Lucho han pasado veintidós años, ni más ni menos. Toda una vida que recuerdo como si fuera ayer y que hoy he querido repasar brevemente con ustedes.
Así me interesé en los testigos de Jehová y ahora que han pasado cinco años de salirme quiero rescatar un relato que no es mío. Es de un español a quien no tengo el gusto de conocer, ni me comunico con él ni tengo idea si sigue vivo aunque creo que es más joven que yo. Parece que él también fue testigo de Jehová.
Él preparó hace años un resumen de cómo es que una persona llega a hacerse testigo de Jehová, el proceso desde el momento en que los conoce hasta que llega a bautizarse. En ese sentido es la continuación de lo que les he venido relatando.
Él publicó este material en internet en capítulos a los que llamó “Reflexiones WT” (WT: Watch Tower o La Atalaya, la revista emblema de los testigos de Jehová).
Como estas reflexiones están tan bien hechas he decidido reproducirlas reconociendo su autoría, especialmente porque la web en la que las publicó ya no existe y ya no hay forma de verlas directamente. Felizmente a mí se me ocurrió copiarlas hace mucho tiempo y eso me permite rescatar tan buen compendio.
Son once reflexiones antecedidas de una introducción. Yo solo le pondré título a cada reflexión numerada y agregaré una notas al pie para actualizar algunos datos que el autor menciona. Además me tomé la libertad de hacerle algunas pocas correcciones ortográficas y gramaticales, nada importante. Les entregaré todo el material exclusivamente durante este mes de febrero 2011, de modo que sea fácil de ubicar para quien lo desee.
Les suplico que tengan la paciencia de leer esos relatos. Tal vez ustedes nunca lleguen a ser testigos de Jehová pero algún familiar o amigo sí, o quizá esta sea la mejor forma de saber cómo opera este grupo y otros con similar proyecto. Más importante, quiero que este material les sirva como ejemplo o introducción al tema de la argumentación lógica o falacias lógicas, técnicas de argumentación que suelen usarse no sólo en religión sino en política, derecho, ventas, etc.
Quiero también dejar claro que mi intención no es tirarme abajo a los Testigos y precisamente por eso he seleccionado esta obra, porque es bastante objetiva e informada, sin caer en insultos, mentiras ni medias verdades. Yo suscribo prácticamente todo el texto y me hago moralmente responsable por él. Insisto en que esto no es ni oposición ni apoyo a nada ni nadie.
Les digo esto porque luego de cinco años de haber salido quiero contarles algunas cosas, a través del tiempo muchas personas me han preguntado cómo fue eso, cómo son los Testigos, cómo fue que un liberal y crítico como yo llegó a serlo. Mi hermano Carlos me dijo cuando renuncié que en el fondo él sabía que algún día saldría de allí porque soy demasiado liberal para soportar un régimen religioso como ese. Tal vez sí, no lo sé y tal vez nunca lo sabré.
Soy como soy, vehemente, crítico, muchas veces excesivo y a veces hasta hiriente. Pero debo decir a mi favor que siempre he tratado de ser franco y honesto sin temor a cambiar de opinión, aun cuando a algunos eso les parezca un signo de inestabilidad.
Tal vez una de mis mayores y más tempranas convicciones desde que las tengo sea la libertad, en especial la libertad individual. Creo que a esto se ha referido Carlos con sus palabras.
Mi adolescencia transcurrió en la segunda mitad los 80, la década perdida de Latinoamérica, un tiempo lleno de problemas económicos y sociales pero también de discusiones políticas, tiempos de Reagan, Ortega, Pinochet, Alan García, La Madrid, y Felipe González, tiempos de Gorbachov y la Perestroika, de la caída del Muro de Berlín viéndolo desde aquí, tan lejos, tiempo del boom del rock en español y de mis estudios en la facultad de Arte en la Universidad Católica, en donde conocí algunos grupos de izquierda con los que nunca logré cuajar pero donde también conocí al punk, al bello punk. Un tiempo en el que confluyó esto con mi adolescencia sin sexo pero con demasiada rebeldía y ausencia emocional paterna.
Cuando terminaba la década y me preguntaba (aun no sé por qué me preguntaba) cuál sería la mejor forma de involucrarme en los asuntos del mundo sin terminar siendo terrorista, conocí en la Cato a un joven que me impresionó por su austeridad, sencillez, franqueza y más aún porque, siendo así, tenía una forma de pensar completamente distinta a la que se sospecharía de alguien tan poco llamativo a primera vista. Lucho Roncalla era delgado, más o menos alto, ropa siempre limpia y entallada, zapatos nítidos, peinado policial, cabello oscuro y piel algo colorada.
Lucho quizá haya sido, sin quererlo él, la persona que marcó el quiebre del que les hablaba al principio. Sin él yo nunca hubiera sido testigo de Jehová.
A inicios de 1989 me lo presentaron Percy Zorrilla y Alfredo Oshiro al unirme a ellos tres en sus habituales almuerzos en la cafetería de Ciencias de la universidad, El Ruso. Recuerdo aun que el Chino Oshiro me advirtió que Lucho era un tipo con ideas loquísimas pero que aparentemente eran sacadas de la Biblia, lo cual era siempre punto de partida para una infinidad de preguntas existenciales, de historia, arqueología, teología, política y cualquier cosa que viniera a pelo en ese momento. Y todos éramos apenas unos chiquillos entre 17 y 19 años, hablábamos de todo eso, menos de mujeres, lo cual ya por sí solo merece toda clase de suspicacias, aunque no me acuerdo si Percy ya había iniciado su relación con Mónica González.
El caso es que Lucho me impresionó porque era tan sereno para exponer esas ideas de lo más extrañas y aparentemente contradictorias, por ejemplo, estaba de acuerdo en que la política del mundo es generalmente corrupta y merece todo nuestro desprecio, pero a la vez decía que hay que obedecer a las autoridades en todo sin rebelarse ni protestar. Había injusticia en el mundo pero no se debía hacer nada al respecto. ¡Y lo sustentaba detalladamente con la Biblia! O sea, la Biblia dice que los gobiernos del mundo merecen destrucción pero era Dios y no la humanidad quien cambiaría todo eso. Uno tenía que quedarse sentadito nomás, viendo.
Lucho también nos decía que el fin del mundo había comenzado en 1914 con el estallido de la I Guerra Mundial y que desde allí en adelante vivíamos en “los últimos días” de este mundo o “sistema de cosas” (eso de que Dios destruya “el sistema” me sonaba bacán), todo lo cual, por supuesto, sustentaba con profecías de la Biblia. Es decir, que la pregunta no era cuándo comienza el Apocalipsis sino cuándo termina, lo cual ocurriría “muy pronto” o “en cualquier momento” porque desde 1914 vivíamos la cuenta regresiva del mundo.
Caray, o sea que no sólo el mundo era una mierda como mi adolescencia y yo creíamos sino que además Jesús, Jehová y un montón de ángeles con espada iban a llegar a quemar el kiosco mundano, acabando con Reagan, Ortega, Pinochet, Alan García, La Madrid, Felipe González, Gorbachov, la Perestroika, el Muro y la puta que los parió. Y lo digo así porque, para redondear la escena, también decía que todas las religiones del mundo (y principalmente la Católica) eran fuente de mentiras, robos, inmoralidades y asesinatos a lo largo de la historia. A todas estas religiones, según él nos decía, la Biblia las llama “Babilonia La Grande, la madre las rameras” que se acuesta con los gobernantes y empresarios del mundo. Amén.
Claro, yo me sentía feliz de que los políticos, los empresarios, los curas y sus sotanas desaparezcan pero no me imaginaba que la Biblia pudiera decir todo eso y menos que un jovencito tan seriecito y aplicado pudiera tener tanta matanza en la cabeza.
Pero el Chino Oshiro no se quedaba tan tranquilo con todas esas versiones catastrofistas del futuro. Él también leía sus cositas y solía poner en aprietos a Lucho con preguntas que generalmente apuntaban a la veracidad y coherencia de la Biblia. Una de las controversias que más me gustó era respecto a un militar del Antiguo Testamento, Jefté, quien antes de salir a la guerra prometió a Jehová que si ganaba le iba a dar en sacrificio (“holocausto” según casi todas las traducciones bíblicas) al primero que saliera a recibirlo en su casa luego de la victoria. Extraña promesa, ¿acaso Jefté pretendía hacer un sacrificio humano? ¿Acaso los judíos hacían eso? Pero lo controversial según la Biblia no es eso, sino los sentimientos encontrados de Jefté cuando gana la batalla y quien sale a recibirlo es su única hija. Por supuesto, Jefté se siente dividido entre cumplir su palabra o preservar a la nena. Y así. Entonces Lucho, con mucho esfuerzo, lograba explicar esta clase de controversias.
Sin embargo Lucho no era testigo de Jehová. ¡Apenas era un simpatizante! Y como Luchito ya no daba para más preguntas jodidas en el Ruso entonces decidí visitar yo mismo a esos pintorescos personajes que van de casa en casa, convencido de que allí tendría mucho qué aprender.
Es curioso, pero ni Lucho ni Alfredo, ni Percy, ni Mónica ni nadie llegó a hacerse testigo de Jehová, pero yo sí. Tal vez porque el único que se tomó en serio esas discusiones entre las moscas del Ruso era yo, o simplemente porque yo era el más tonto de todos los tontos que deciden almorzar en el Ruso.
Desde ese primer almuerzo con Lucho han pasado veintidós años, ni más ni menos. Toda una vida que recuerdo como si fuera ayer y que hoy he querido repasar brevemente con ustedes.
Así me interesé en los testigos de Jehová y ahora que han pasado cinco años de salirme quiero rescatar un relato que no es mío. Es de un español a quien no tengo el gusto de conocer, ni me comunico con él ni tengo idea si sigue vivo aunque creo que es más joven que yo. Parece que él también fue testigo de Jehová.
Él preparó hace años un resumen de cómo es que una persona llega a hacerse testigo de Jehová, el proceso desde el momento en que los conoce hasta que llega a bautizarse. En ese sentido es la continuación de lo que les he venido relatando.
Él publicó este material en internet en capítulos a los que llamó “Reflexiones WT” (WT: Watch Tower o La Atalaya, la revista emblema de los testigos de Jehová).
Como estas reflexiones están tan bien hechas he decidido reproducirlas reconociendo su autoría, especialmente porque la web en la que las publicó ya no existe y ya no hay forma de verlas directamente. Felizmente a mí se me ocurrió copiarlas hace mucho tiempo y eso me permite rescatar tan buen compendio.
Son once reflexiones antecedidas de una introducción. Yo solo le pondré título a cada reflexión numerada y agregaré una notas al pie para actualizar algunos datos que el autor menciona. Además me tomé la libertad de hacerle algunas pocas correcciones ortográficas y gramaticales, nada importante. Les entregaré todo el material exclusivamente durante este mes de febrero 2011, de modo que sea fácil de ubicar para quien lo desee.
Les suplico que tengan la paciencia de leer esos relatos. Tal vez ustedes nunca lleguen a ser testigos de Jehová pero algún familiar o amigo sí, o quizá esta sea la mejor forma de saber cómo opera este grupo y otros con similar proyecto. Más importante, quiero que este material les sirva como ejemplo o introducción al tema de la argumentación lógica o falacias lógicas, técnicas de argumentación que suelen usarse no sólo en religión sino en política, derecho, ventas, etc.
Quiero también dejar claro que mi intención no es tirarme abajo a los Testigos y precisamente por eso he seleccionado esta obra, porque es bastante objetiva e informada, sin caer en insultos, mentiras ni medias verdades. Yo suscribo prácticamente todo el texto y me hago moralmente responsable por él. Insisto en que esto no es ni oposición ni apoyo a nada ni nadie.
Sé que algunos testigos de Jehová suelen leer LA SALA DE ENSAYO y quiero que ellos sepan que los quiero mucho, pero eso no me puede impedir expresarme en plena libertad, la libertad individual de la que les hablaba al comienzo. No jodan pues.
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CRÉDITOS POR IMÁGENES: Foto inicial: Esperantista; Foto final: EGmoller. Ambas tomadas de flickr.com
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Ronald,
ResponderEliminarno se si te ofenda o te complemente.. me gusta tu estilo escrito y la claridad con la cual enfatizas tus ideas. Como fuera, aun no siento una posicion tuya.
Tu narrativa me parece un poco a la Jaime Bayli :) aunque los topicos son distintos -obvio- te felicito , disfruto leer tus ensayos!
Nota: no encuentro los articulos de wt
Manda la primera parte de las "Reflexiones"!!...
ResponderEliminarDe verdad es triste, encontrar personas que tratan de maquillar, algo con frases rebuscadas, seria justo que aclararas del porque decidiste cambiar o renunciar a esta organización.
ResponderEliminarPara empezar, crees en la biblia, o como muchos crees que fue siplemente escrita por hombres y nada mas.
Si crees en la biblia ojala puedas refelxioanr en este texto y analiza tambien su contexto HEBREOS CAPITULO 11 Y HEBREOS 12:1-8, pero si no crees, basicamnete estas compartiendo conocimientos que salen del dolor y frustracion que sientes.
Caramba, ahora resulta que soy un maquillador adolorido y frustrado. En ese caso mandaré mi CV a E! Entertainment, pero por ahora los dejaré en ascuas hasta que haga mi comentario final luego de que publique las doce "Reflexiones".
ResponderEliminarSolo recuerda que hubo casos de personajes en la Biblia, que despues por mas que sintieron remordimiento, sintieron pesar por lo que hicieron, por mas arrepentidos que estuvieran de su actuar, tuvieron sus consecuencias y fueron mas duras aun.
ResponderEliminarsolo por citar Moises, El Rey David, su hijo Salomon, Pedro, Jonas.
Por ello vuelvo a preguntar, seguro tu salida tuvo que ver con algo que a tu "CRITERIO" no estaban siendo justos contigo, tal como en su momento pensaron los mencionados arriba. Sera demasiado tarde????...
Claro esta si crees en la BIBLIA, por que sino es asi, estas palabras solo caerían en un "SACO ROTO".
Guau... sin duda esperamos con ansias esa reflexion final... ademas al parecer, a la luz de los años... se que habran detalles sabrosos (estilo ¡E)....
ResponderEliminarSeria sano , para quienes leemos tus columnas... el saber de tu boca que te hizo dimitir de los hasta ahora "horrorosos" testigos de Jehova....
Por otra parte... me gustaria saber... que opinion te merece ahora que ha pasado el tiempo y que las cosas en el mundo se ponen peores... que piensas..sobre lo que nos espera a la humanidad.... jejeje.. vamos por esas 13 inflexiones¡¡¡¡
Y a tu criterio, cual crees que sea la religon verdadera, no me vayas a decir que todas, porque el mismo jesus dijo que se conoceria a la religon verdadera por sus frutos, el mismos hecho a los aclamados y respetados de su epoca. O es que acaso no se debe de creer tampoco en Jesús, seria bueno saber tu parecer....
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