jueves, 17 de diciembre de 2009

La Navidad y yo.

.

Y me quedé pensando en la Navidad después de escribirles sobre su origen en el post anterior. Como algunos de ustedes saben, yo fui Testigo de Jehová 15 años y durante ese tiempo no celebré estas fiestas. Los Testigos no son malas personas, todo lo contrario, y por eso no tengo nada malo qué decir sobre ellos y su fe personal.

Es verdad que hay algunas cosas que no comparto más de sus creencias, usos y costumbres. Creo que en su momento podré comentar algunas cosas por aquí.

Por lo pronto, ahora con la Navidad me viene a la memoria la intolerancia de algunos de ambos lados, de los que celebran y de los que no celebran.

Entre los intolerantes que celebran recuerdo más a mi padre, típico derechista, amante de la tradición familiar y de las costumbres, se sentía traicionado cuando yo no estaba presente en la cena navideña o en el brindis por año nuevo, en los cumpleaños, o cualquier cosa que no compartía en ese tiempo. Admirador él de Fujimori y de su re-re-re-reelección, no es de extrañar que hace poco yo le reprochara que fuera un cachaco en un cuartel de tres dormitorios, listo para el reproche y nulo para la felicitación sincera desde mi infancia. Cuando yo era Testigo y soltero me decía que yo podía creer lo que se me diera la gana pero que igual tenía que participar en todas las celebraciones familiares. O sea que mis creencias no las debía manifestar en la práctica. ¿Cómo yo podía creer algo sin practicarlo? Metiéndomelo en el culo, supongo.

Pero los Testigos de Jehová también son intolerantes, aun siendo buenos tipos en lo cotidiano. Irónicamente, la certeza de la verdad nos quita humildad. Es un poco sentirse iluminado, tocado por dios, guiado por él. Y claro, si uno es guiado por el mayor ser del universo ¿quién puede atreverse a pensar distinto? Difícilmente un Testigo trata a los demás sintiéndose mental y espiritualmente igual a los demás. Siempre hay un sesgo de superioridad moral como resultado de “conocer la verdad”. Esta oposición de los Testigos a la Navidad (dictada por un directorio neoyorquino) es de cumplimiento obligatorio para todos sus miembros, so pena de ser sometido a disciplina por considerar que se participa de traición espiritual, idolatría, apoyo a falsas doctrinas y cosas similares a esas, lo cual puede llevar hasta la expulsión del infractor e implica una condena a muerte social debido a que nadie le va a dirigir la palabra ni el más leve saludo. Un leproso espiritual. O sea, no hay libertad individual para decidir celebrar la Navidad o no, ni siquiera hay libertad para pensar distinto a lo que publican en sus revistas. Un cuartel santo, sin dudas ni murmuraciones. Aunque, valgan verdades, la inmensa mayoría de ellos parece sentirse a gusto sin celebrar estas fiestas. Y es verdad que yo comulgué plenamente con eso también. Pero hacia el final les conté a los ancianos que algunas cosas ya no compartía. Me respondieron que podía pensar así pero no debía decírselo a nadie. ¿Cómo yo podía pensar algo sin decirlo? Metiéndomelo en el culo, supongo.

Sin duda, si mi viejo se hiciera Testigo de Jehová sería un gladiador de dios, el Bin Laden fujimorista cristiano, el lugarteniente facho de Cristo. Dicen que me parezco a él pero creo que en realidad yo soy solo punk y nunca pude dejar de serlo. Contreras, que le dicen. Soy un disidente compulsivo.

Hoy, ya sin religión ni pastores desde hace varios años, me da igual celebrar o no: en mi casa no habrá nada porque mi esposa aun es Testigo, y si mis padres me invitan iré con gusto porque veré contentos a mi madre, mis hermanos y mis sobrinos y porque comeré gratis. Pero si nadie me invita me acostaré temprano luego de un sexo reparador. No hay escape: esa será una noche buena.

¿A alguien le importa un carajo la parte religiosa de la Navidad? A mí tampoco, como tampoco las costumbres, las tradiciones y los niños con regalos. ¿Y qué hago entonces comentando todo esto, ya por dos posts consecutivos? Tal vez lo mejor sea metérmelo en el culo, supongo.
.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Sobre el origen de la Navidad


Algunas personas le tienen desconfianza a la Navidad por la comercialización que se ha hecho de ella. Por la presión de la hipocresía publicitaria muchos se sienten socialmente obligados a dar regalos (especialmente a los niños) en esta temporada, por eso hay quienes cuestionan la sinceridad de toda esta celebración costosa. Sin embargo algunos disponen de más dinero por las gratificaciones y se sienten muy contentos de poder comprar juguetes, comida y ropa para sus familias. Los fuegos artificiales, los adornos, los villancicos y personajes como Santa Claus son parte de la diversión y del buen ambiente familiar. Todos, por unos cuantos días, nos sentimos parte de una actitud positiva. Es una ocasión para reunir a toda la familia, desear éxitos a los amigos y ver la alegría en las caras de todos. Eso es lo que se espera de la Navidad.

Pero tanto festejo parece hacernos olvidar cada vez más que –oficialmente- esta es una fiesta religiosa cristiana. No es una fiesta infantil ni familiar. Se celebra el nacimiento de Jesús de Nazareth, quien, según esta festividad, nació como ser humano con el propósito de cumplir la misión de subsanar o “redimir” los “pecados de la humanidad” a través de su muerte, ocurrida cuando contaba unos 33 años de edad. Previamente, desde los 30, se dedicó a la prédica que lo ha hecho célebre hasta hoy como fundador del cristianismo.

Siendo la Navidad una fiesta religiosa cristiana llama la atención que también la celebren otras religiones y hasta agnósticos y ateos, evidentemente llevados por el espíritu alegre e integrador que se prioriza en el occidente moderno.

Conversando con algunos amigos me he dado cuenta de que no se conoce mayor cosa de la historia de la Navidad, aun entre quienes se consideran cristianos. Hoy quiero darle espacio a esa historia porque creo que tiene aspectos muy interesantes y ciertamente perturbadores algunas personas religiosas. Para quienes no lo son de todos modos revestirá interés porque podrán notar cómo todo evoluciona a veces desde las mismas antípodas de lo que después se hace.

Para comenzar, la Navidad es el cumpleaños de Jesús. Los puristas dicen que los cumpleaños son una fiesta ajena al cristianismo, por lo cual esta sería una primera razón para no celebrar la Navidad. Dicen que el Antiguo Testamento jamás muestra judíos celebrando cumpleaños, lo cual es cierto. Pero el tema de los cumpleaños podemos dejarlo de lado por ahora, creo que habrá otra ocasión para revisarlos. Los mencioné simplemente porque no hay ninguna referencia bíblica de que Jesús celebrara su propio nacimiento o el de otras personas. O que sus apóstoles lo agasajaran por dicha ocasión.

En segundo lugar: ¿Por qué la Navidad se celebra el 25 de diciembre y no en otra fecha del año? ¿Realmente Jesús nació ese día? Estas preguntas no tendrían mayor relevancia si no fuera porque sí existe una causa extraña: Antes de que el Cristianismo llegara a todo lo que hoy conocemos por occidente, en el hemisferio norte “pagano” se celebraba el “natalicio del Sol” puesto que ese día es el solsticio de invierno, fiesta también llamada "Saturnales". Esa fiesta es equivalente exacto al Inti Raymi que los Incas celebraban el 24 de junio en el hemisferio sur, con 6 meses de diferencia. En el hemisferio sur el 24 de junio -y en el hemisferio norte el 25 de diciembre- los días empiezan a durar más y consecuentemente los adoradores del dios Sol lo veían “renacer” anualmente.

Cuando los colonizadores cristianos llegaron a estos pueblos europeos la fiesta del nacimiento del sol era muy popular y el mestizaje propició esta unión de festividades. Ya no nace el dios sol, nace el niño-dios Jesucristo.

Los fundamentalistas cristianos rechazan la Navidad por esta mezcla que consideran inaceptable apoyándose, entre otros, en textos bíblicos como Efesios 5:10,11 que dice a los lectores cristianos: “Sigan asegurándose de lo que es acepto al Señor; y cesen de participar con ellos en las obras infructíferas que pertenecen a la oscuridad, sino, más bien, aun censúrenlas”. También se inspiran en la Segunda carta o epístola a los Corintios 6:14-18 que dice: “¿Qué consorcio tienen la justicia y el desafuero? ¿O qué participación tiene la luz con la oscuridad? Además, ¿qué armonía hay entre Cristo y Baal? ¿O qué porción tiene una persona creyente con un incrédulo? ¿Y qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos? [...]”.

Tal vez esta clase de historia no pase de ser curiosa o entretenida, pero entenderán que hay quienes dan mucha importancia a estos detalles, por ejemplo, cuando se trata de Halloween. Algunos cristianos no celebran la fiesta de brujas porque la consideran anti cristiana, aun cuando nadie en su sano juicio le rinde homenaje a ellas. Los niños piden caramelos y se disfrazan, los mayores pueden hasta hacer una fiesta de disfraces y nada más. Evidentemente las sensibilidades son distintas pero no está de más conocer el origen de lo que hacemos. Lo más cercano que solemos conocer de brujas tal vez sean nuestras suegras y alguna jefa imposible de complacer... y creo que lo manejamos con buena cintura sin necesidad de armarle un escándalo a los que celebran cada 31 de octubre.

Volviendo a la Navidad, tal vez algunos pregunten: ¿Y cuándo realmente nació Jesús? No sé si lo preguntarían para celebrar la Navidad otro día, pero aquí va la deducción del dato: Parece que Jesús tenía casi exactamente 33½ años cuando murió, según cierta cronología bíblica que por razón de espacio no puedo abordar. También se sabe que Jesús murió el día 14 del mes judío de Nisán. Nisán pertenece a un calendario lunar que hoy sirve para determinar cuándo cae la “Semana Santa”. Notarán que esa semana de la muerte de Jesús se mueve entre fines de marzo e inicios de abril. Los calendarios lunares tienen esa desventaja, se mueven mucho.

El caso es que Jesús de Nazareth murió entre fines de marzo e inicios de abril a los 33½ años, lo cual implicaría que él cumplía años entre fines de septiembre e inicios de octubre. No hay fecha precisa, pero de ahí no sale. Esto es concordante con el hecho de que en la noche cuando él nació habían pastores a la intemperie haciendo pastar a su rebaño, en otoño, cosa imposible a fines de diciembre en la noche en el hemisferio norte debido al invierno.

Hay otros detalles navideños que también tienen su historia, una historia rara y curiosa como la de los reyes magos y la estrella fugaz, el origen de los árboles navideños, Santa Claus, la costumbre de intercambiar regalos y otras similares. Tal vez, si me da tiempo, les cuento sobre eso en el siguiente post, si no, lo dejaré para la próxima Navidad.

Como siempre, les invito a informarse pero también a no sugestionarse. Siempre rindamos cuenta a nuestras propias conciencias antes que complacer la opinión ajena, aun la del dios de cada uno. Algunos lo pasarán bien dando regalos y gastando en pavos mientras otros rechazarán la Navidad por considerar que tiene un origen demasiado sucio para ignorarlo, pero todos recuerden que nuestra sinceridad de corazón al actuar es lo que nos caracteriza como personas libres. Celebremos o no celebremos por cualquier razón, seamos cristianos o no, sintámonos libres de amar a los demás con plena franqueza, cada quien a su propia manera personal. Que no nos esclavicen ni los publicistas ni los religiosos.


Felices fiestas.

.

martes, 8 de diciembre de 2009

Estoy Harto de tu Nombre





Luchito, cuando te postulaste prometiste construir el metro, el tren metropolitano, ninguneabas el sistema de buses que Andrade planteó porque decías (lo dijiste en el debate de Manchay) que ese sistema de buses era lo mismo que los corredores viales que había hecho antes Del Castillo y que eso ya había probado ser un fracaso. Lo dijiste y por ello te presentaste como el cambio en el transporte público de Lima. Al peor estilo de Fujimori, hablaste pestes de los planes de tu oponente para luego hacer precisamente eso al ganar la elección. Nunca tuviste la delicadeza –como tampoco la tuvo Fujimori- de admitir cuando menos que te equivocaste en tu plan de trabajo, que hacías lo que tu oponente propuso porque lo pensaste mejor. O sea que no admitiste nunca que eras un improvisado que no pudo defender ni un día su propio plan, probablemente porque no existía tal cosa.

Yo sigo teniendo mis dudas sobre si es realmente inviable tener un metro en nuestra ciudad. Pienso que has sido un torpe alcalde que nunca supo sacar adelante las revisiones técnicas, creaste esa pesadilla monopólica llamada Lidercon que entregaste calladito al Ministerio de Transportes, abandonaste durante meses la construcción de los paraderos del Metropolitano en la Vía Expresa, nunca cumpliste con los plazos de nada, las licitaciones de rutas fracasaron repetidas veces, los taxis son hoy aun más informales que cuando asumiste el cargo, esa mierditas llamadas combis no tienen un cronograma para salir de servicio.


El Metropolitano se ha concentrado en el cemento antes que en la racionalización integral del sistema de transporte. Construir porque eso da votos. Los ladrillos cierran calles, los obreros arrastran las patas para acabar justo en las elecciones, las obras se hacen sentir en la piel de los votantes, los votantes tenemos que sentir así las obras para saber por quién votar. Los votantes necesitamos carteles publicitarios con el nombre del alcalde que no sabe si reelegirse o intentar la presidencia, el alcalde no sabe si se quedará sin soga y sin cabra, miren cuántas dudas tiene, tantos años preparando el trampolín para ser presidente y ahora hay que tomar una decisión por el bien de su propio futuro político.

¿Qué serás? ¿Alcalde o Presidente? ¿Presidente o Alcalde? ¡Dale Luchito, decide! Como en los viejos concursos televisivos, ¿qué hay detrás de esa imagen? ¡Dale Luchito, decide! Te llevas la alcaldía o la presidencia o ninguna. En Lima el 80 por ciento te aprueba como Alcalde pero tú quieres ser Presidente, por eso no decides, por eso llenas la ciudad con tu estúpido nombre, por eso tu nombre tiene espacio pero no hay espacio para los costos presupuestados, para los plazos de ejecución, ni para el nombre del contratista ni para saber cuánto vas a cosechar. Sólo hay espacio para tu nombre.

Este mugroso trampolín llamado Lima te ha servido bastante, ya usaste Lima a tu antojo para lograr más votos y ahora no sabes si dar el siguiente paso o conformarte apenas con tu trampolín. Por que tú, pequeño Luchito, sabes bien que no amas Lima porque ni siquiera eres limeño, no amas Lima porque esta ciudad apenas era la preparatoria para ser Presidente. Porque el que hasta ahora no te hayas decidido significa que no tienes un plan de gobierno, porque hay gente que quiere votar por ti como presidente pese a que no tienes ni una letra de plan de gobierno, como tampoco lo tuvo Fujimori, porque si Fujimori no lo tuvo por qué tú sí, si eres igual de prepotente e improvisado. Tus lacayos y chacales insultan a todo el que se atreve a negarte mérito, tildan de ignorante y mezquino al que no te aplaude.

Pero no mereces aplauso porque Lima no es un pretexto, Lima debería ser líder de Sudamérica pero tú y tus antecesores simplemente la tienen por escalón político. Los políticos dicen que eres un éxito porque ni tú ni ellos jamás andan en combi. Tus periodistas de lujo no te hacen preguntas difíciles porque para eso tendrían que tomar micro alguna vez, por eso estoy harto de tu nombre, de que tus chupes te nombren casi como muletilla mágica cuando explican una obra cualquiera, harto de que sólo des entrevistas de café, harto de tu nombre y de que no nos des cuenta de lo que haces porque te importa un pito la opinión de los vecinos, harto de que hagas hospitales que no son función municipal, harto de que no soluciones todo el transporte que sí es función municipal, harto de piletas que no eran prioridad pero te olvides de controlar las construcciones ilegales, harto de semáforos sin mantenimiento, harto de que te ocupes de arreglar Arenales que no estaba tan mal pero nunca te acuerdes de Nicolás Ayllón que es la peor mierda imaginable de principio a fin (ver clip al final, sin editar), harto de que no digas cuál es tu plan, harto de que te hagas el muertito, harto de tus silencios cobardes, harto de que no hayas permitido que Andrade fuese homenajeado por sus partidarios y el público en la Municipalidad, harto de que desmanteles todo lo que él hizo, harto de que no continúes la Javier Prado porque es obra del gordo y no tuya, harto de que tus serenos no aparezcan cuando se les llama, harto de que hayas recuperado Santa Anita y ahora no sepas qué hacer con él, harto de que tu hijito de 23 sea regidor en La Molina.

Tu nombre en todos lados pese a que lo prohíbe la ley. Publicidad tuya con el bolsillo de todos. De eso estoy harto, de ver tu maldito nombre en cada esquina, en cada pasadita de pintura, tu nombre en las paredes, en la ropa, en las recetas y hasta en los calzoncillos del vigilante del Hospital de la Solidaridad, estoy harto de tu nombre. Un nombre que representa puro cálculo político, un oportunismo desvergonzado con la plata de todos.

Luchito, ojalá decidas ser presidente y pierdas, para no verte más ni a ti ni a tu mentiroso y odioso nombre.

.



.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Lo Imperdonable



¿Hasta cuándo tendremos que soportar el disfraz de honesto del Presidente? ¿Hasta cuándo esa pose de predicador catastrofista? ¿Hasta cuándo esos aires de virginidad moral? ¿Hasta cuándo la verborrea pirotécnica?

Hace un año llamó a todo pulmón "rata" a León Alegría, luego lo pensó bien y calló. Más tarde llamó "malditos chuponeadores" a los que grabaron precisamente a León Alegría, luego lo pensó bien y calló. Tiempo después pidió el retiro de la nacionalidad a Susan Hoefken, luego lo pensó bien y calló. Recientemente llamó "republiqueta" a Chile, luego lo pensó bien y calló. Ahora ha llamado "tropelía imperdonable" a la infracción cometida por su ex-ministro Allison en Estados Unidos, ahora estamos a la espera de que lo piense bien y calle.

Probablemente algunas de esas expresiones fueron más o menos justas, según como cada quien vea los asuntos. Pero no está de más recordar que nunca ha dicho ni pío de los casos de corrupción de sus compañeros de partido, sean parlamentarios o funcionarios públicos. Claro, si de deslindar se trata, nos damos cuenta cuándo hay que sospechar que algo anda mal. Porque los silencios del Presidente dicen mucho más que sus palabras irreflexivas. No, no prestemos atención cuando sale rapidito a darnos clases de justa indignación, desafiante ante el fácil reto de increpar al que no va a poder responder del mismo modo. Prestemos más atención cuando no dice nada. Escuchen esos silencios y verán que no exagero.


Por lo pronto, quiero llamar la atención a lo que él ha llamado "Tropelía Imperdonable". Linda expresión, muy efectista, propia del Chris Angel de la palabrería política peruana. Sin embargo, no perdamos de vista, como indispensable premisa, que Francis Allison ha sido detenido esencialmente por mentir, no por ladrón ni por evadir impuestos a las remesas de dinero ni por el origen de dicho dinero. Punto. Mentiroso es la acusación contra Allison en Estados Unidos, ni más ni menos.

O sea que PARA ALAN GARCÍA MENTIR ES UNA TROPELÍA IMPERDONABLE. Por Dios, cada día nuestro Presidente se supera más y más. Muy digno tratándose de un sexagenario, un venerable anciano, pero muy lúcido, hasta donde yo sé.

Pese a que supongo que ustedes entienden a dónde voy, me tomaré el espacio para hacer algunas preguntas retóricas al mundo: ¿Es tropelía imperdonable la ineptitud que desata hiperinflaciones históricas y revolucionarias? ¿Es tropelía imperdonable prometer no tocar los ahorros en moneda extranjera y hacer precisamente lo contrario al asumir el gobierno? ¿Es tropelía imperdonable criticar la incapacidad de Belaúnde para combatir a Sendero y entonces permitir las mayores masacres de nuestr
a historia interna? ¿Es tropelía imperdonable denigrar la imagen de Vargas Llosa a base de mentiras? ¿Es tropelía imperdonable promocionar al mentiroso Fujimori? ¿Es tropelía imperdonable evadir juicios dejando prescribir delitos? ¿Es tropelía imperdonable decir que Lourdes Flores es la candidata de los ricos para, luego de ganar, acostarse con esos mismos ricos? ¿Es tropelía imperdonable hacerle hijos una mujer que no es la suya? ¿Es tropelía imperdonable que eso se sepa por el periodismo? ¿Es tropelía imperdonable nunca haber tenido un trabajo desvinculado de la política?

En resumen: ¿Es tropelía imperdonable que justamente este Presidente tilde de tropelía imperdonable las tropelías imperdonables de Francis Allison? ¡¡¡¿Alguien dijo sinvergüenza?!!!

Pero vamos pueblo peruano, me queda una pregunta todavía: ¿Es tropelía imperdonable reelegir a un imperdonable?
.

Imagen de Jhon James Echeverry, tomada de www.flickr.com

.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Ser Patriota, Ser Idiota


Yo ya estoy harto. El viejísimo asunto de los chilenos tenemos que resolverlo cuanto antes. Yo tengo una propuesta, una más, para acabar con toda esta estupidez para siempre. Esto mandará al fondo de la Historia a esos belicistas de ambos lados de la frontera, esos que quieren más armas, esos que espían, esos matones de callejón, esos resentidos con su propia derrota, esos comandos frustrados, esos cuarteleros con uniforme negado, esos que no dejan de buscar bronca en cada esquina para sentirse hombres de vez en cuando.

Basta de odios: Contrario al clamor nacional, propongo que nos olvidemos del Servicio Militar Obligatorio y lo reemplacemos por el Servicio Sexual Obligatorio para todas las edades. Sí, sexual. Este servicio consiste en aparejar (y aparear) a cada chileno con una peruana y a cada peruano con una chilena. Sexo, por las buenas o por las malas, de día o de noche, por la razón o por la fuerza. Si los extremistas nos quieren obligar a odiar, nosotros los queremos obligar a amar. Ámense carajo, en todas las poses posibles y por donde les quepa. Lo juro, les va a gustar, me lo van a agradecer.

De arranque, nuestros líderes políticos deben llevar la delantera en este noble servicio a favor de las buenas relaciones -nunca tan buena expresión- entre pueblos vecinos. Que García haga feliz a Bachelet y que Pilar sea ofrenda para alguno de los ex maridos de la chilena, o para ambos. Todos juntos y hasta que la muerte los separe.

Luego de tan brillante ejemplo, peruanos y chilenos nos enfrascaremos en una guerra de sexo loco, tú aquí, yo allá, tu mamá más acá. La mía también, qué chucha. Sospecho que el Servicio Sexual Obligatorio no sería realmente obligatorio, especialmente si a cada ciudadano le toca una contraparte bien sabrosa. Estoy seguro de que mis amigas y amigos chilenos encontrarán esta idea sorprendentemente más plausible que la guerra. Espíenme el orto. Dame, toma, agarra. Nueve meses después nacerá la paz: Las nuevas generaciones serán tan chilenas como peruanas a la vez. Miles, millones de bebés híbridos harán imposible una infame guerra, nunca más halcones ni belicistas. Los viejos a la tumba. Esos bebés nos darán una lección de unión, amarán a Perú y a Chile por igual, no tendrán más remedio, ambas banderas significarán lo mismo, por fin Grau y Prat serán viejos dinosaurios, harán un megamix con ambos himnos.

Hagan una encuesta y verán que tengo razón: La gente quiere sexo, no guerra. Aprovechemos la naturaleza humana en vez de quejarnos de ella. Son las armas que la divinidad nos dio, no nos dio tanques, aviones ni buques. Nos dio tetas, penes y vaginas. Y son de última generación.

¿Enfermo? ¿Depravado? ¿Inmoral? Ajá, pero primero respondan, bravucones: ¿No es enfermo el que espía? ¿No es depravado el resentido y revanchista? ¿No es inmoral el promotor de compras de armas? Yo apenas me conformo con burlarme de sus caras.

Les decía que yo ya estoy harto. Harto de broncas y desconfianzas. Pero de mi propuesta no me hartaré nunca. Ya saben peruanos y chilenos: lubriquemos las bayonetas del progreso placentero. Yo también soy un patriota, yo también soy un idiota.
.

jueves, 5 de noviembre de 2009

El Sueño de los Justos


Hoy voy a tratar, sólo tratar, de ser moderado y racional. Hay un problema que exige involucrarse, proponer soluciones y no sólo quejarse y buscar culpables. Los esfuerzos de todo un país por controlar esas asociaciones ilícitas para delinquir llamadas comúnmente barras bravas.

Espero no equivocarme demasiado, de lo contrario, si vamos a vivir equivocados entonces nos merecemos esta y más violencia. Yo, como cualquier persona normal, siento indignación, lástima, burla, consternación y una mezcla de todo junto cuando vemos la impunidad con que crece la descomposición social.

Pero a mí, cómo no, también me han ocurrido sueños felices, como alucinar que en una sola final nacional se juega un doblete cuyo partido de fondo es el U-Alianza antecedido de un Cristal-Boys por el tercer puesto, es decir, toda la delincuencia juvenil limeña reunida como si fuera asamblea de bases. Ahí, como nunca, se reúnen en un solo lugar, una sola vez, toditos, como un banquete para fachos, y me asalta el sueño de exterminarlos allí mismo, apenas terminado el partido final y como celebración de aquellos a quienes nos gusta la vida tranquila y civilizada, a puertas cerradas y ya con los periodistas afuera (¿o los exterminamos a ellos también por amarillos, permisivos y mala onda con los demás deportes?), como un nuevo Auschwitz, lleno, ya no de judíos inocentes, sino de aquellos que viven de la ociosidad, de las drogas, del exceso de alcohol, de la violencia, del temor ciudadano, de la vida parasitaria, de la suciedad en cada muro de la ciudad. Al toque y con llave por fuera.

Allí he soñado un sueño imposible, al acostarme luego de ver en las noticias cómo hay gente que tiene hijos sin deseo y sin propósito, listos para convertirse en criminales cuando apenas terminan la primaria, niños postulados y elegidos para ser agresores sin remedio, que atacan a los indefensos impunemente, me he acostado soñando crímenes masivos, genocidios justos luego de tanta indignación por causa de unas autoridades sin nombre y sin ganas ni capacidad de trabajar.

Lo he soñado y lo admito porque sospecho que todos lo hemos soñado alguna vez como se sueña el paraíso celestial, como se sueña luego de las noticias de una población olvidada a su suerte en las garras de esos vagabundos sin futuro.

Resocializar, recuperar, salvar, se han preocupado de atender a los culpables más bien que a los inocentes, se han preocupado de negociar con delincuentes en vez de proteger a los que nada malo han hecho, hemos tenido que soportar ver cómo una Ministra del Interior se puso a coser banderolas falsas para que una horda no se desate, los hemos visto pedir disculpas a esas bandas porque su bandera pirata apareció en manos de la mafia de enfrente.

Yo he soñado porque la realidad no me permite otra cosa y porque tengo derecho a soñar, porque tengo derecho a un país y un mundo sin tanta mierda, porque tengo derecho a que si esos ineptos no lo hacen realidad al menos puedo imaginarlo a mi manera. Esos son mis sueños y los de muchos más que al despertar cumplimos con una ley que para los demás es simple papel pintado. Los cumplidores de la ley sólo queremos que los demás también la cumplan y que el presidente y toda su corte de genuflexos dejen de huevear, que los futuros presidentes, congresistas y jueces no sean la mierda que son como políticos hoy mismo. Soy ciudadano y estoy soñando, estoy opinando.

Lo he soñado y no me avergüenzo tal como nadie se avergüenza de las pequeñas, ilusas y felices licencias de su soñadora imaginación. Porque la libertad no me la han regalado sino que nací con ella, es parte de mí, porque sueño como loco pero actúo como cuerdo, allí está mi sufrimiento, el de todos, nuestro país de situaciones ridículas y fuera de control.

Muertos todos, eso he soñado, he soñado que no salen vivos del estadio, he soñado que después de publicar esto me van a matar, he soñado que nuestro país funciona, he soñado que la policía es respetable, incorruptible y sin guata, he soñado que los dirigentes son eficaces y no apañan delincuentes, he soñado que los políticos odian la mentira y la corrupción, he soñado que los periodistas al menos saben jugar un poco de fútbol o informan sin pensar en vender, he soñado que hay algo que Phillip Butters no sabe, he soñado que Burga se fue ayer, he soñado un país próspero y pacífico para todos los que sobreviven a ese feliz holocausto, he soñado que mis sueños los ofenden.

Muertos todos, eso he soñado, he soñado que no salen vivos del estadio, he soñado que puedo soñar porque soñar no cuesta nada.

Perdonen, hoy no logré ser moderado y racional, hoy sólo logré soñar.
.

martes, 27 de octubre de 2009

INFLANDO PECHO (Con pulmones robados, claro)


Querida Susanita Hoefken, me he dado cuenta de que tienes un valor que ningún peruano ha sido capaz de reconocer.

Ante todo: ¿Por qué te creímos? No, no es que hayamos tenido simple buena fe a una pituquita culturosa. No es tu cabello rubio natural (aunque con mechas artificiales), no es tu piel nívea, no es tu arrogante nariz respingada, no es que seas ojiclara, no es tu acento aristocrático ni nada que se parezca al entrañable complejo racial del peruano mestizo promedio. Esta vez no.

Nosotros (y el mundo entero) nos tragamos tu cuento simplemente porque es cabalmente verosímil. Sí pues, te creímos porque en el fondo todos sabemos que un robo como ese sólo puede ocurrir en el Perú, por eso todos sin excepción dimos crédito a tus palabras porque los peruanos nos robamos hasta las piedras de la calle.

Decir que Susanita nos ha desprestigiado implica que antes de su cuento teníamos prestigio.

Dios salve nuestro prestigio, gimen los hipócritas. Dios salve nuestro prestigio porque Dios es peruano. ¿Pero cuál prestigio? ¡¡¡Ayyyyayaayyy!!! ¿Quién no se agarró un billete suelto en la calle o en cualquier lugar? ¿Los peruanos no tomamos las cosas que nos encontramos por ahí? ¿Quién recuperó su celular perdido al llamar a quien se lo encontró? ¿Quién devuelve los vueltos excesivos? ¿Quién contrata empleadas domésticas con todos los beneficios sociales que prevé la ley? ¿Quién da y pide siempre comprobantes de pago por sus ventas y compras? ¿Quién compra o alquila sólo películas y música originales? ¿Quién paga impuestos por alquilar su local o vivienda? ¿Qué micro empresa pone en planilla a todos sus empleados? ¿ENTONCES QUÉ TIENE DE RARO QUE ALGUIEN SE ROBE UN PULMÓN? ¿CÓMO NOS DESPRESTIGIA DE MANERA PARTICULAR? ¿Acaso no sabemos que en todos los países siempre se generaliza las características negativas de los grupos sociales?

Y bueno, si somos un país de hipócritas (además de ladrones) entonces no podía faltar el representante constitucional de esos hipócritas (y ladrones): Alan García, sí, precisamente él, pidió linchamiento, retiro de nacionalidad y todo lo que su retórica oportunista olfateaba para subirse al carro de la hipocresía nacionalista. Inflamó su gordo y tetudo pecho para defender la teoría del Perú prestigioso, de la honestidad ciudadana, contra la mentira, el robo y las falsas poses políticas. No, de las poses no habló, sólo las hizo.

Y a todo esto... ¿estoy siendo antiperuano por comentar esto? ¿Estoy calumniando a todo un país? Caray, no vaya a ser que yo también deba abandonar esta prestigiosa y sagrada nacionalidad, mientras otros simplemente abandonaron el país por un futuro, ese sí, más prestigioso y sagrado. Entonces surge la pregunta ¿qué es peor, abandonar el país o abandonar la nacionalidad?

¿Ya ves Susanita? Ahí está tu acierto. Has hecho que los peruanos quedemos revelados dos veces de un plumazo: Primero como ladrones, y ahora como hipócritas. Por eso no mereces ser peruana, tú no eres de los nuestros, ni siquiera te liga ser criolla ni pendeja. Lárgate del país.

martes, 13 de octubre de 2009

El Eterno Dilema Belicista


Cuando en los países del primer mundo se habla de “La Guerra del Pacífico” todos entienden al conflicto entre Estados Unidos y Japón durante la Segunda Guerra Mundial, a mediados del siglo XX. Los sudamericanos, en cambio, la entienden como aquella derrota bélica de peruanos y bolivianos a fines del siglo XIX ante Chile, en el el siglo XIX. Es curioso que siendo la primera de las mencionadas una confrontación mucho más reciente y más grave, sea la segunda la que no logra ser superada. Me explico.

Hoy estadounidenses y japoneses viven como socios competitivos en toda la amplitud del término. Los japoneses atacaron con total sorpresa y traición a los estadounidenses en Pearl Harbor sin siquiera declararles la guerra. Los norteamericanos sometieron a través de bombas atómicas a los asiáticos, Hiroshima y Nagasaki son las únicas poblaciones del mundo que han soportado semejante masacre. Ni chilenos, bolivianos ni peruanos pueden alegar un ataque de esos aun cuando, efectivamente, toda guerra es deplorable per sé. Más aun, todavía quedan testigos presenciales, que vivieron en su propia piel la guerra entre los del hemisferio norte. Por otra parte, hoy no hay ni testigos directos ni sobrevivientes de la guerra sudamericana, por lo que éste es un sentimiento que debería ser naturalmente más lejano.

Perú, Bolivia y Chile siguen atascados en un resentimiento tan mutuo como anacrónico, tan real como injustificado. Desde que aquella guerra terminó, Perú y Bolivia han sido unos malos perdedores, quejumbrosos y victimistas, y Chile ha sido un mal ganador, arrogante y prepotente. Por parte de los perdedores, puede alegarse de todo… el expansionismo, el belicismo, el robo, las violaciones de mujeres y el asesinato de niños y ancianos durante a invasión que hicieron los del extremo sur, entre otras atrocidades. Hay los que se autoinculpan como perdedores por su falta de visión geoplítica, improvisación, luchas intestinas, etc. Los ganadores también tienen su propia palabrería… pactos secretos, abusos gubernamentales contra empresas nacionales, expansionismo. En fin. Entre perdedores se recriminan. Entre ganadores se felicitan.

Hoy, ciento treinta años después, tenemos que soportar el penoso espectáculo de tres países de poca monta que no saben seguir el ejemplo de los verdaderos ganadores de la Historia. Japón y Estados Unidos son líderes globales en casi todo aspecto en que se lo han propuesto (y se lo han propuesto en todo). Es cierto que hoy tenemos una crisis capitalista, pero que no festejen los izquierdistas ni los intelectuales: es una mala racha nomás. Estos dos países, así como Europa y Asia capitalista (incluyendo a China) miran para adelante, son una clase de vanguardia que va más allá de tener más plata que el resto. La principal diferencia no la tienen en el bolsillo sino dentro de la cabeza.

Hoy no nos imaginamos a Polonia buscando la revancha contra Alemania, ni a Alemania, Japón o Italia resentidos contra los aliados, ni a Francia haciendo ejercicios militares en la frontera alemana con un libreto aparentemente ficticio de luchar contra un vecino invasor, ni nada que equivalga a los sentimientos de muchos peruanos, bolivianos y chilenos. ¿De qué caverna salen esos supuestos pragmáticos del siglo antepasado? ¿En qué jaula les enseñaron historia? “Si uno no aprende de la historia está condenado a repetirla” dicen sin el pudor que Pedro Picapiedra sentiría con un Ipod en la mano.

No, esa gente aprende la historia de modo atemporal, estudian los hechos de hace 130 años y los aplican al presente atendiendo únicamente lo que pasó en esa guerra pero principalmente sin darse cuenta de lo que ha venido pasando después.

Nos relatan la pre y post Guerra del Pacífico con lujo de detalles, que el salitre, que las salitreras chilenas, que el armamentismo chileno, que los impuestos bolivianos, que Grau, que Prat, que el Huáscar, que el mar boliviano, que Tacna y un interminable blablablá estadístico.

Lo que no dicen, y no se les da la gana de decir, es que el mundo hoy funciona muy diferente, claro, cuando digo mundo me refiero al primer mundo, no a estas tres tribus tercermundistas que tienen delirios de grandeza bélica.



Mira Perú, en vez de soñar con territorios perdidos, pregúntate para qué diablos los tendrías si aun hoy tienes olvidado y mal nutrido al trapecio andino.
Mira Bolivia, en vez de soñar con ser campeón mundial de surf, aprende que Suiza no tiene mar y no le echa la culpa a Chile ni a Dios ni al maldito destino.
Mira Chile, en vez de creerte la versión araucana de Rambo y Terminator, mejor fíjate cómo integrar a tus comunidades nativas en tu sociedad racista con complejos de europeos mal copiados.

La vergüenza latina es arar mirando para atrás, es querer ganar una carrera de autos en pura reversa. Esa estupidez es la que a veces hace pírricas las cifras macroeconómicas. Todo se puede ir por la borda porque nuestro disco duro sigue siendo, en esencia, el mismo de hace siglos.

Hoy deberíamos estar hablando de integración económica, de derribar barreras fronterizas a capitales, a pobladores, a culturas. Hoy un boliviano debería viajar a Santiago como si fuera turismo interno, un chileno pasearía en la selva peruana con la misma libertad que en su propio barrio y un peruano en visitaría Santa Cruz con la comodidad de su propia casa. Todo sin pasaporte ni permisos ni plazos ni nada, con toda la región. Hoy sería tan hermoso, por ejemplo, un proyecto multinacional para hacer un modernísimo tren panamericano de norte a sur, desde Norteamérica hasta la Tierra del Fuego. Sería futurista destruir barreras económicas, establecer políticas modernas que nos conviertan por inercia en un solo Estado a la manera europea, en donde los países compitan por liberalizarse, no por protegerse. Sería increíble que por fin entendamos que las diferencias nos dan colorido y variedad, no desunión ni intolerancia. La educación de esos países debería destilar armonía y optimismo, no veneno y matonería. En Europa coexisten muchos idiomas y están unidos, aquí no nos unimos pese a hablar un solo idioma.

Pero seamos realistas. Nada de eso está ocurriendo. Por el contrario, hay una corriente retrógrada, hay una anticorriente, belicista y populista, muy fuerte, que de un modo u otro empuja hacia una guerra mientras palabrea que no, que sólo es disuasión y defensa. Los belicistas juran que no quieren la guerra pero promueven el armamentismo, fíjese bien. En todos los países. Esos extremistas ganan terreno pidiendo más presupuesto en armas, alarmistas que falazmente estimulan el miedo nacionalista a la derrota en vez de promover el repudio a la guerra.

Algo hay que hacer para no predicar en el desierto. No podemos gastar fortunas en una carrera armamentista. No podemos poner en segunda fila a la salud, las escuelas, los bajos salarios, la infraestructura vial, las comunidades nativas, la seguridad ciudadana, las obras de saneamiento, la modernización judicial y carcelaria, la jubilación, el consumidor, y un largo etcétera. Pero tampoco podemos quedarnos sin hacer nada. Tampoco podemos ser hippies hueveando entre las nubes.

Soy peruano. No soy nacionalista pero tengo identidad nacional. No creo que mi país sea superior ni mejor que cualquier otro ni viceversa. Soy contrario a los militares pero reconozco que, en el mejor de los casos, pueden ser un mal necesario. Soy pacifista pero no tonto útil de los supremacistas del otro lado de la frontera.

Perú debe promover la formación de un bloque occidental en América Latina, aliado de los Estados Unidos. En otras palabras, debe aliarse con los ganadores de verdad, debe unirse al equipo de los que hoy lideran el mundo y debe traer esa alianza a Sudamérica. Hoy Colombia nos ha dado el ejemplo. Importa poco lo que opinen los demás. No le vamos a pedir permiso a nadie para hacer con nuestro país lo que más nos conviene. Hoy Perú no puede hacer frente a una carrera armamentista, pero sí puede unirse a quien le garantice la victoria sin disparar un solo tiro. Los Estados Unidos quieren luchar directamente contra las mafias narcoterroristas. No queremos que Sendero llegue a ser unas FARC, un mal endémico apoyado por Chávez rastreramente. Que los norteamericanos instalen sus bases militares, todas las que quieran y donde quieran, pero como mínimo en Puno, Tacna y Tumbes. Cuanto antes y que se unan más países que crean en el progreso y la libertad. Basta de aliarse con perdedores como los bolivianos, hoy entregados a la demagogia izquierdista y al oportunismo por un poco de mar. Buenos para nada es lo que siempre han sido. Perú debe ser socio económico, político y militar de Estados Unidos. A corto plazo, Perú debe lograr lo que Colombia y unirse a ella. A largo plazo, Perú debe proponerse llegar al estatus de Puerto Rico.

De esta forma, nadie se atreverá mirar a Perú como presa fácil, que miren para otro lado. Cualquier país preferirá ser nuestro socio y no nuestro enemigo.

¿No es fácil? ¿Y quién dijo que es fácil?





Créditos por las fotos:
Todas tomadas de www.flickr.com

En orden de aparición:
Motostefano - Cementerio Memorial de la IIGM, Firenze, Italia
Sergioranall - Guerreros de la Selva de Brasil
Altamar - Ojos Curiosos, México.

sábado, 10 de octubre de 2009

¡Bienvenidos! (Hasta siempre Miau)

Hoy comienza este blog, pero pensé comenzarlo muy diferente. Como todo proyecto nuevo, se trataba de darle un tono alegre y divertido. De fiesta pues. Sin embargo hay una penosa coincidencia que me obliga, en el buen sentido de la expresión, a contarles lo que me acaba de pasar. O, mejor dicho, lo que le acaba de pasar a uno de mis pequeños gatitos cachorros.

Él se llama Miau, un cruce de siamés y atigrado chusco. Le pusimos ese nombre porque era igualito al gato malo de Pokemon, malo pero divertido, malo pero astuto, malo pero de los que uno quiere tanto. Beige con patas cafés, pero con ojos azules.

Nos lo dieron cuando apenas tenía un mes de nacido y han pasado solo dos más. Vino con uno de sus hermanos, a quien llamamos Nino, un atigrado color café oscuro. Queríamos uno pero nos recomendaron dos porque uno se siente solo y no desarrolla tan bien como cuando tiene compañía. Así que vinieron Miau y Nino, para alegrarnos la vida.

Dos meses apenas es suficiente para amar a dos gotitas de vida, dos gotitas que nos refrescan con miraditas traviesas e inocentes. Mi hijo Claudio ha sido muy feliz desde entonces, jugando con ambos y contraviniendo la recomendación médica contra la tenencia de animales por su debilidad de bronquios.

No importa. Hemos sido felices con ellos, pero creo que esa felicidad era inconsciente, no la sabíamos del todo hasta hace un par de días, cuando todo cambió.

De pronto, Miau dejó de correr, de jugar con el aire, dejó de revolcarse en falsas peleas con su hermano. Se la pasó tendido en su cama. Recién al día siguiente fuimos conscientes de la gravedad de su estado y lo llevamos a un veterinario. Desde chico me han contado lo terribles que son las emergencias cuando ocurren en feriado. Y ese día era feriado. No había veterinarios ni clínicas por ninguna parte y a duras penas encontramos un doctor para nuestro cachorrito. Mal, muy mal, decía él, deshidratadísimo y con una anemia severísima, como si no hubiera comido ni bebido en semanas. Para colmo, estaba todo amoratado y no se podía ponerle suero ni inyección alguna. La cuenta era altísima si queríamos hacer análisis, radiografías, ecografías y todo eso…

En fin, una de mis hermanas llamó a una amiga suya del colegio, Susan, quien vino a casa para tratar de salvarlo. Susan es veterinaria. Tratar, digo, porque Miau ya tenía la mirada de la muerte, tan chiquito, de apenas tres meses, y ya intuía en su mirada el desenlace fatal. Lloré al ver su mirada, lloré al sentir ese frío vacío en sus pupilas dilatadas y hundidas. La mirada perdida y tiesa, carente de la vida que apenas el día anterior tenía. Lloré ante el miedo a la muerte de una vida tan frágil, pequeña, tierna.

Susan puso todo su empeño, se llevó a nuestro gatito para cuidarlo bien de cerca, sin el menor descuido. Todo lo posible, todo el esfuerzo, todo el amor, no fueron suficientes. ¿Es que debimos dormirlo al notar la gravedad de su estado? No, porque cuando uno ama trata de salvar en primera instancia, uno no puede tener la eutanasia como primera opción cuando un animalito se enferma. La eutanasia es para los desahuciados, no para todos los enfermos.

Lo malo es que Miau no estaba enfermo, había sido condenado a muerte y no lo sabíamos, por un terrible accidente. Hacía muchos meses tuvimos una breve plaga de ratas por un vecino negligente, cuando aun no había gatos en nuestra casa. En unos meses resolvimos el tema al impedir el acceso con unas recias mallas metálicas desde la casa vecina. Pero en el trajín del combate habíamos colocado toda suerte de trampas y venenos por los lugares preferidos de esos animales. Al vencer la plaga, retiré personalmente todas esas trampas y venenos, o al menos creí que lo había hecho: Olvidé un cúmulo de veneno raticida en una cornisa alta en la cocina, un cúmulo que por su ubicación no recordé, inaccesible visualmente pero que al madurar mis gatos, resultó estar al alcance de ellos, tan curiosos como todos los gatos.

Miau tuvo que ser el más curioso de ambos y eso le costó la vida. Al notar que era veneno lo que le causaba la muerte a Miau, busqué nuevamente todos los rincones donde yo había, muchos meses antes, colocado veneno. Un solo olvido bastó para que uno de mis gatos partiera a la eternidad con apenas tres meses en este mundo.

Oh, Miau, cuánto quisiera volver todo atrás, quererte aún más de lo que te quisimos, cuánto quisiera haber recordado correctamente los puntos en los que yo había puesto ese maldito veneno, cuánto quisiera jamás haber tenido una plaga de ratas, cuánto quisiera tener un vecino más atento a lo que pasa en su casa. En resumen, cuánto quisiera no haberte traído a la muerte.

Miau, cornéame otra vez para que te acaricie, pídeme un poquito más de cariño, déjame verte una vez más cazando una polilla, maúlla una vez más llamando a tu hermano, afílate una vez más las uñas en los muebles, duerme otra vez en mi regazo, corre otra vez tras tu propia cola.

Miau, lloraré cada vez que vea Pokemon, lloraré cada vez que digas "órale jaleo" con Jessy y James, lloraré cuando vea tus fotos llenas de tus ojos azules. Dos meses apenas, dos meses para que te escriba esto, dos meses para hacerme llorar, dos meses para que Claudito entienda el impacto de la muerte, el vacío de tu ausencia.

No es para irte tan rápido que viniste, viniste para quedarte, viniste para vivir. Perdóname por favor, gatito lindo, no quiero seguir llorando, no quiero que mi corazón salte tanto, no quiero que me tiemble así la voz, sólo quiero empezar este blog de alguna forma apropiada. Sin querer te amé, sin querer empiezo así este blog, declarando cuánto pude amar a un gato en apenas dos meses.

Hasta siempre Miau.