No me sorprendió ver a cuatro imbéciles pateando y apedreando un muro precolombino. No me sorprendió que quien filmaba ocultara su acento imitando a un español. No me sorprendió que ni siquiera fueran realmente pandilleros o que estuvieran haciendo un happening de la conquista española. No me sorprendió que ellos mismos lo colgaran en Youtube. No me sorprendió que alguna de sus madres dijera que se trataba de una mera travesura infantil. No me sorprendió que el director del colegio ni siquiera supiera hablar.
¿Y por qué no me sorprendió? Tal vez porque los peruanos hemos sido sistemáticos destructores de nuestra historia. La hemos pateado y apedreado con particular ahínco y alegría. Ya desde los tiempos de Huáscar y Atahualpa los peruanos preferíamos la división interna antes que atender la amenaza extranjera. Atahualpa y su hermano patearon la historia del Imperio. Al mismo tiempo, Felipillo era el tonto útil de los españoles, intérprete, traductor, como filmando mientras se imita el acento.
Ya en la Colonia, los peruanos y latinos en general esperamos que fueran otros, los norteamericanos y los librepensadores europeos, quienes nos dijeran que existía la libertad. Como cuando en Youtube los extranjeros veían cómo los nuestros destruían lo nuestro y sólo ahí reaccionamos. Porque día a día vemos cómo destruimos lo nuestro, muladares en todas partes y nadie dice nada. Las huacas invadidas y nadie dice nada. La basura por las ventanillas de los autos y nadie dice nada. Los perros vagos en las calles y nadie dice nada. Los indígenas violentados y nadie dice nada. Los mendigos en las calles y nadie dice nada. La televisión bagre y nadie dice nada. El periodismo putero que se lava la cara y nadie dice nada. Los pandilleros y barras bravas todas las semanas y nadie dice nada. La corrupción policial y nadie dice nada. La gente votando por caudillos y nadie dice nada. Pero ha tenido que salir en Youtube, ante el estupor extranjero, para que reaccionemos, como en la Colonia.
Después, el caudillismo del siglo XIX, igual que Huáscar y Atahualpa, dividiendo al país, pateando al país, apedreando a la Historia. Sin aprender nada de la Historia sino destruyéndola con devoción enfermiza. Y entonces, oportunamente, como los españoles con los Incas, aparecieron los chilenos para hacer su historia a costa de nuestro olvido de la nuestra. Más patadas, más piedras, más libros de Historia como cámaras por favor.
Patadas y piedras, sin piedad, cada golpe fue un poco de nuestra Historia y de nuestro territorio entregado a Ecuador, Colombia, Brasil y Chile. Sólo Bolivia, tan perdedor como nosotros, no nos quitó nada, aunque alguna vez fue parte de nosotros y en ese sentido también fue un despojo para nuestra Historia. División, como Felipillo, siempre había un Felipillo con acento extranjero. Filmando, documentando y redactando nuestra vergüenza para el estupor extranjero.
Dictadores, de derecha y de izquierda, qué más da, curas santificando Estados como brujos de tribu. Vargas Alzamora o Cipriani, qué más da, los brujos de nuestra tribu también han dado sus pataditas a la Historia. Han pensado en ganarse el favor de los presidentes más bien que el de Dios. Han bendecido disparates para retener un puesto de privilegio, como fariseos modernos que patean la historia bíblica, no solo la peruana. Y en silencio todos les besan la mano y aun no se enteran que existe la libertad sin iglesias ni dictadores.
A estas alturas no sé si vale la pena mencionar a nuestros más recientes destructores de la Historia como Abimael Guzmán, Belaúnde, Alan García, Fujimori. Verdaderos colosos de las patadas y piedrones, con dinamita, anfo y panfleto, con ineptitud y chamullo, con salitas y videos que filman algo más que patadas chiboleras. Videos de puro billete que patea nuestra Historia, con Felipillo Montesinos filmándose a sí mismo y a los demás, interpretando deseos y ambiciones, estimulando las patadas corruptoras para colgarlo en Youtube, para que todo el mundo sepa que los peruanos lo podemos todo, vez tras vez, si de patadas y pedradas a la Historia se trata.
Un Paniagua inocuo y un Toledo con acento extranjero. Patea la Historia quien no reconoce ni ama a sus hijos, su propia sangre, aun si fue por una estúpida borrachera de etiqueta azul. Patea la Historia el país que reelige ineptos y charlatanes de plazuela. Porque tenemos miedo, no solo de los que gobiernan, sino principalmente de los que quieren gobernar. De los que quieren patear aun más, con la fuerza del resentimiento y la antimodernidad populista.
Patean los de arriba, patean los de abajo, patearon antes y después y seguiremos pateando la Historia en cada esquina en cada día en que aceleramos el auto sin piedad con unos tragos encima. Porque aunque nos pese, esos que patean y apedrean salieron de nuestras entrañas, de las entrañas de esta tierra. Esos que patean cuando se drogan, o cuando corrompen, o cuando falsean, o cuando serruchan, o cuando callan lo que saben que es verdad, o cuando ignoran el sufrimiento ajeno, o cuando no cumplen la ley, esos somos nosotros, tan humanos y peruanos.
Por eso no me sorprendió ver cuatro mocosos estúpidos pateando muros precolombinos. ¿Por qué me iba a sorprender o a indignar más que todo lo dicho?
Y de eso nadie dice nada.
¿Y por qué no me sorprendió? Tal vez porque los peruanos hemos sido sistemáticos destructores de nuestra historia. La hemos pateado y apedreado con particular ahínco y alegría. Ya desde los tiempos de Huáscar y Atahualpa los peruanos preferíamos la división interna antes que atender la amenaza extranjera. Atahualpa y su hermano patearon la historia del Imperio. Al mismo tiempo, Felipillo era el tonto útil de los españoles, intérprete, traductor, como filmando mientras se imita el acento.
Ya en la Colonia, los peruanos y latinos en general esperamos que fueran otros, los norteamericanos y los librepensadores europeos, quienes nos dijeran que existía la libertad. Como cuando en Youtube los extranjeros veían cómo los nuestros destruían lo nuestro y sólo ahí reaccionamos. Porque día a día vemos cómo destruimos lo nuestro, muladares en todas partes y nadie dice nada. Las huacas invadidas y nadie dice nada. La basura por las ventanillas de los autos y nadie dice nada. Los perros vagos en las calles y nadie dice nada. Los indígenas violentados y nadie dice nada. Los mendigos en las calles y nadie dice nada. La televisión bagre y nadie dice nada. El periodismo putero que se lava la cara y nadie dice nada. Los pandilleros y barras bravas todas las semanas y nadie dice nada. La corrupción policial y nadie dice nada. La gente votando por caudillos y nadie dice nada. Pero ha tenido que salir en Youtube, ante el estupor extranjero, para que reaccionemos, como en la Colonia.
Después, el caudillismo del siglo XIX, igual que Huáscar y Atahualpa, dividiendo al país, pateando al país, apedreando a la Historia. Sin aprender nada de la Historia sino destruyéndola con devoción enfermiza. Y entonces, oportunamente, como los españoles con los Incas, aparecieron los chilenos para hacer su historia a costa de nuestro olvido de la nuestra. Más patadas, más piedras, más libros de Historia como cámaras por favor.
Patadas y piedras, sin piedad, cada golpe fue un poco de nuestra Historia y de nuestro territorio entregado a Ecuador, Colombia, Brasil y Chile. Sólo Bolivia, tan perdedor como nosotros, no nos quitó nada, aunque alguna vez fue parte de nosotros y en ese sentido también fue un despojo para nuestra Historia. División, como Felipillo, siempre había un Felipillo con acento extranjero. Filmando, documentando y redactando nuestra vergüenza para el estupor extranjero.
Dictadores, de derecha y de izquierda, qué más da, curas santificando Estados como brujos de tribu. Vargas Alzamora o Cipriani, qué más da, los brujos de nuestra tribu también han dado sus pataditas a la Historia. Han pensado en ganarse el favor de los presidentes más bien que el de Dios. Han bendecido disparates para retener un puesto de privilegio, como fariseos modernos que patean la historia bíblica, no solo la peruana. Y en silencio todos les besan la mano y aun no se enteran que existe la libertad sin iglesias ni dictadores.
A estas alturas no sé si vale la pena mencionar a nuestros más recientes destructores de la Historia como Abimael Guzmán, Belaúnde, Alan García, Fujimori. Verdaderos colosos de las patadas y piedrones, con dinamita, anfo y panfleto, con ineptitud y chamullo, con salitas y videos que filman algo más que patadas chiboleras. Videos de puro billete que patea nuestra Historia, con Felipillo Montesinos filmándose a sí mismo y a los demás, interpretando deseos y ambiciones, estimulando las patadas corruptoras para colgarlo en Youtube, para que todo el mundo sepa que los peruanos lo podemos todo, vez tras vez, si de patadas y pedradas a la Historia se trata.
Un Paniagua inocuo y un Toledo con acento extranjero. Patea la Historia quien no reconoce ni ama a sus hijos, su propia sangre, aun si fue por una estúpida borrachera de etiqueta azul. Patea la Historia el país que reelige ineptos y charlatanes de plazuela. Porque tenemos miedo, no solo de los que gobiernan, sino principalmente de los que quieren gobernar. De los que quieren patear aun más, con la fuerza del resentimiento y la antimodernidad populista.
Patean los de arriba, patean los de abajo, patearon antes y después y seguiremos pateando la Historia en cada esquina en cada día en que aceleramos el auto sin piedad con unos tragos encima. Porque aunque nos pese, esos que patean y apedrean salieron de nuestras entrañas, de las entrañas de esta tierra. Esos que patean cuando se drogan, o cuando corrompen, o cuando falsean, o cuando serruchan, o cuando callan lo que saben que es verdad, o cuando ignoran el sufrimiento ajeno, o cuando no cumplen la ley, esos somos nosotros, tan humanos y peruanos.
Por eso no me sorprendió ver cuatro mocosos estúpidos pateando muros precolombinos. ¿Por qué me iba a sorprender o a indignar más que todo lo dicho?
Y de eso nadie dice nada.
Debería haber una amputación de piernas masiva para evitar tanta patada!...
ResponderEliminarPD: Sobre la última foto (García pateando): muy oportuna!
La foto de la patada de García tal vez sea oportuna, pero no hay duda de que la puntería es una de sus virtudes.
ResponderEliminarYa saben, nunca le den la espalda y menos justo delante de él. Recuérdenlo el 2016.