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Esto es como si estuviéramos ante la necesidad inevitable de llegar a un determinado destino, para lo cual sólo hay dos caminos posibles. Para nuestra desgracia, en cada uno de dichos caminos hay un obstáculo que nos impide el paso libremente: En uno, hay un Pitbull pero en el otro hay un Rottweiler, ambos criados en la violencia asesina, ambos despiertos en busca de su próxima víctima. ¿Cuál camino tomar, si resulta imposible quedarse sin avanzar?
Un sentimiento de angustia y terror sobreviene a quien es atacado por un perro de esta clase, pero aun en tal caso uno debería tratar de tomar una decisión racional. Uno no estaría eligiendo el perro que más le gusta sino el enemigo al cual enfrentará inevitablemente, no podemos esperar que esa fiera nos reciba con indiferencia o que justo esté dormida cuando pasemos. Seremos inevitablemente atacados y probablemente heridos, si acaso logramos pasar.
¿Miedo? Tal vez, pero yo más bien lo llamaría la certeza del enemigo, lo cual causa preocupación pero, pese a ello, no debería causar angustia ni desesperación. Quienes hemos tenido peleas callejeras graves sabemos que no podemos darnos por libres jamás, que la próxima pelea está a la vuelta de la esquina pero que en todo momento debemos tratar de mantener los sentidos alerta y, más importante aun, la cabeza muy fría para mantener el control en un barrio a veces hostil.
No, yo no soy de un barrio acomodado ni próspero ni arribista. No soy de San Isidro ni de La Molina o San Borja. Me gustaría vivir allí, más tranquilo y cómodo, pero la realidad es la que manda. Eso no me da miedo ni frustración sino que me obliga a estar siempre listo para la situación. No me puedo esconder en el propio barrio en que nací. No puedo ni quiero, nadie puede optar por la cobardía.
Al enemigo hay que elegirlo para vencerlo, no para validarlo ni para reivindicarlo. Eso importa poco. Al enemigo se le elige teniendo en cuenta unas cuantas cosas como las siguientes: Si ya se le conoce, si ya se le enfrentó, si sus atributos peligrosos son muchos o pocos, si son variados, si tenemos con qué responder, o si él nos conoce también, entre otras cosas.
Los intelectuales difícilmente han tenido que asestar y recibir puñetazos, patadas o llaves. Difícilmente viven en barrios populares o peligrosos. Esas niñas pensadoras eligen por catálogo, con un concepto de moralidad propio de Barbies respondiendo preguntas de Miss Universo. Sus teorías de la dignidad suelen fabricar más miseria que la que pretenden combatir.
Tenemos ante nosotros a un par de indudables enemigos de la libertad y de la nación: Ollanta Humala y Keiko Fujimori. Invito a leer mis razones para calificarlos así en mi anterior post. Aquí ya no voy a abundar más en eso. No hay manera de salir ileso de cualquiera de ellos. Pero como estrategas de la pelea, no podemos elegir el “no elegir”. No podemos elegir el viciado porque eso no nos libra de la pelea, hoy eso sólo nos convierte en avestruces que se imaginan que con eso no se ensucian y quedan limpios para ser opositores. Esa tal vez sea la coartada de algunos cobardes, no lo sé.
Hoy ha llegado el momento de elegir. Elegir con preocupación pero sin miedo, y hasta con cierto grado de optimismo. Recordemos: NO HAY MANERA DE SALIR ILESOS DE LA ELECCIÓN QUE TOMEMOS. Estoy convencido de que ambos personajes son lo descrito en el post anterior y que le harán daño al país tal como describo también en el post anterior. Que nadie se engañe creyendo que Ollanta Humala será como Lula o que Keiko no liberará a su papá. Los únicos que votan felices por alguno de ambos son los comunistas o los fujimoristas. Los demás lo harán terriblemente preocupados, asustados, enojados, furiosos. A estos últimos les pido que traten de mantener la serenidad y vean si lo que aquí les digo les resulta útil. Los primeros no necesitan nada para revolcarse en la felicidad de su decisión.
Creo que hay dos flancos en los que hay que evaluar los daños que nos pueden hacer nuestros enemigos Ollanta Humala y Keiko Fujimori: Uno, las libertades políticas; y dos, la economía. Ninguno de los dos flancos es poca cosa.
Lamentablemente creo que en el primer flanco ambos nos harán un gran daño porque los antecedentes anotados en el anterior post dan indicios suficientes de que, por ejemplo, arreciarán los ataques de turbas contra periodistas y cualquier ciudadano opositor, luego de los cuales el gobierno negará participación y prometerá investigación, la cual, por supuesto, nunca arrojará resultado alguno, salvo impunidad y anonimato.
Otra posibilidad es que cualquier ganador doblegará a algunos medios mercantilistas y a los demás los hostilizará con sus obligaciones tributarias o comerciales, es decir, golpearán donde más duele: el bolsillo.
Se creará confrontación con medios opositores para que, demagogia de por medio, se consulte a la población si sería bueno que el gobernante asistencialista “haga justicia” contra el libertinaje de expresión y otras formas de injusticia. Y los fracasados, los que no tiene nada qué perder, los que odian el éxito ajeno, votarán a favor de las restricciones contra los periodistas que no se alinean.
La más sutil, pero no por ello menos efectiva, es manejar y repartir la publicidad estatal (recordemos que el Estado suele ser el mejor cliente por la cantidad de recursos que maneja) para poner de rodillas o desaparecer opositores, o para premiar a los adeptos. Esto ya ha ocurrido antes.
Fuera del periodismo, quienes se atreven a opinar también podrán ser “debidamente monitoreados”, sea a través de sus centros de trabajo (los cuales no querrán ganarse problemas con el gobierno) o simplemente siguiéndoles la pista por internet. Siempre internet es visto con suspicacia por los gobiernos autoritarios y dictatoriales, sean de la ideología que sea. Aun la televisión por cable y satelital es monitoreada y hasta bloqueada en países que “defienden la justicia para el pueblo”. Un piedrón en la cabeza y se acabó. A un amigo de la infancia lo mató un sicario hace muchos meses al pie de mi edificio a la 8 de la noche y hasta ahora no se sabe de ninguna investigación policial. Algo así.
En cuanto al segundo asunto, el de la economía, yo no conozco a nadie que pretenda que el capitalismo ha exterminado la pobreza de los países en los que se ha aplicado. No lo ha hecho ni lo hará ni tiene por qué hacerlo. En países tan capitalistas y tradicionalmente poderosos como los europeos, Australia y Estados Unidos hay pobres extremos en pleno Manhattan, más desde 2009. Pero la pobreza de los países del primer mundo es redentora comparada con la de nuestros países. Los países asiáticos han demostrado cómo se sale de la pobreza con planes capitalistas de desarrollo. A China, de comunista sólo le queda la represión política. Su economía es esencialmente capitalista, aun con barreras proteccionistas y subsidiarias. Nadie en su sano juicio podría decir verazmente que la actual economía china es socialista. Pero tarde o temprano la prosperidad material trae ansias de libertad, ya verán. Es la pirámide de necesidades de Maslow, mencionada también en mi post anterior.
Pero si bien el capitalismo no ha exterminado la pobreza, a la vez hay que decir que las economías más prósperas del planeta son esencialmente capitalistas, no socialistas ni comunistas, y que la pobreza, con el tiempo, queda circunscrita a una pequeña minoría de la población de los países avanzados. El socialismo no puede mostrar un solo ejemplo de un país sosteniblemente próspero y fuerte que no sea capitalista en la esencia de su modelo económico. Reto a cualquier socialista que mencione un país del Primer Mundo que tenga economía (no partido gobernante) socialista o comunista.
¿Tiene sentido entrar otra vez en este debate superado hace ya tanto tiempo? Parece que los izquierdistas creen que sí. Pero este segundo flanco distingue claramente a las dos fieras de la segunda vuelta. ¿Vale la pena elegir a uno de esos animales para enfrentarlo en dos flancos? ¿Esa decisión es estratégicamente válida? Si estamos eligiendo al enemigo, ¿no es mejor que el enemigo elegido sea oponente sólo en un frente y no en dos?
Debo aclarar que, en mi opinión, el tema no es elegir el mal menor. Definir la elección como el mal menor connota cierta pasividad en la decisión, es decir, elijamos y aguantemos. No. Nuestra decisión debería ser más activa: Elijamos y peleemos.
Cuánto se equivoca MVLL cuando pretende saber por qué uno vota en tal o cual sentido. ¿Qué sabe él de mis razones o motivaciones? ¿Qué sabe un intelectual de tus razones, amigo lector? ¿Quién tiene la clarividencia de impugnar las razones que cada quien tiene al decidir?
Elijamos a Keiko, no para avalarla sino para pelear contra el enemigo conocido y de un solo flanco. No la voy a insultar, pero me cago en su gobierno desde ya. Mantener el modelo económico de desarrollo que tenemos no la hace buena, Keiko no le hace ningún favor a nadie al cumplir su obligación. Su obligación es ser menos inepta, menos fan de su viejo, menos hipócrita al pedir perdón, más limpia al elegir de quién rodearse. Ella tiene un déficit imperdonable: Tiene entraña golpista, siempre mirará de reojo la salida autoritaria porque se crió en ella, la aplaude y la hereda políticamente. Eso no es simplemente el mal menor. Eso es un enorme mal. Lo que pasa es que su oponente también tiene esa misma entraña.
No votaré con asco por Keiko porque no soy un intelectual acomplejado ni de barrio respingado, votaré como acepté peleas cuando me las buscaron: Mirando a los ojos, calculando acciones, calculando al enemigo, calculando los golpes que recibiré y pero también los que daré. No hay miedo en esto: Hay adrenalina.
Quienes me conocen saben que no soy un tipo violento y que evito la bronca hasta donde puedo, pero nunca me he corrido de pelear de igual a igual. Nunca me he cabreado de las situaciones potencialmente violentas si no se pueden evitar. No lo hago y creo que uno no lo debe hacer. No estamos en barrio de intelectuales ni de niñas miraflorinas, o de hijitos bien criados.
La Sala de Ensayo va a pelear, va a elegir contra quién pelear. Peleemos contra el gobierno de Keiko; como dijo un comentarista del post anterior, es mejor tener dictadura y crecimiento que dictadura y miseria. Elige a tu enemigo.
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Keiko asegura un modeo económico que mantendrá el crecimiento del país, Ollanta asegura una total catástrofe nacional anunciada desde ya.
ResponderEliminarPor ello desde el primer flash de la primera vuelta mi opción ya había sido definida: "si Keiko y Ollanta pasan a segunda vuelta voto por Keiko"...
Tu posición es claramente de lucha frontal, esperemos que no te desaparezcan o te quieran callar como a muchos otros que en la dictadura de Fujimori tuvieron que sufrir por decir lo que pensaban...
Que eso no nos atemorice, magnifiquemos nuestro derecho de decir lo que pensamos.
Hagamos nuestras las primeras palabras de nuestro Himno Nacional: "Somos libres seamoslo siempre!"
el hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo...
ResponderEliminarsolo eso...
lo demas es nada...
gustavo worm
Yo siempre agradezco todos los comentarios, pero especialmente los agradeceré si evitan declaraciones ajenas al asunto o evasivas de la realidad que se discute.
ResponderEliminarHacer referencia a una declaración bíblica pesimista sobre los gobernantes sin nada realista a cambio es ser evasivo y mezclar religión con política. Aunque debo reconocer que no pensar es más fácil que buscar y ejecutar soluciones civilizadas.
Especialmente es penoso si tal "valiente" declaración se hace desde un pseudónimo para evitar ser ubicado por sus propios líderes religiosos.
No me imagino a Jesús predicando detrás de una cortina o usando un nombre falso para evitar represalias.