miércoles, 23 de diciembre de 2015

STAR WARS Y LA CIVILIZACIÓN DECADENTE

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A veces pienso que las nuevas generaciones realmente pueden ser mejores (no superiores) a sus antecesoras. Creo eso en cuestiones de derechos civiles, por ejemplo. Me alegra cuando uno de mis sobrinos, mi hijo, alguno de sus amigos, mis alumnos o cualquier otros joven percibe con claridad cuál es el rumbo correcto en los valores respecto al racismo, la homofobia, las minorías religiosas, el maltrato a niños o animales, etc.

Cuando uno de esos jóvenes alerta y dice: “Oye, cuidado, eso es racista”, o “Me parece que ellos tienen todo el derecho…” o similares, me siento bien, aun cuando ellos me corrijan, porque ese hecho demuestra que ellos pueden ser mejores que nosotros, tan esclavizados a prejuicios de tiempos pasados.


LOS OTROS

Sin embargo, a la vez, hay jóvenes, muchísimos, seguramente la inmensa mayoría, que demuestran que están completamente muertos de espíritu. Seguramente sería demasiado abundar en las causas.

La televisión basura (que es casi toda la televisión abierta), el cine veloz, vacío e irreflexivo, la música y monólogos degradantes de las radios, los diarios cada vez más dedicados a promover y publicar estupideces, la educación escolar que –en vez de ayudar arruina cualquier posibilidad de tener gente con brújula y análisis crítico de la realidad que vive. Y así, un concierto de verdaderas patrañas para embrutecer a nuestra sociedad y volverla adicta a la basura de los medios, rica, dulcete, con sabores intensos, crocantes, burbujeantes, tan atractivos como venenosos.


BASURA Y CHATARRA FUERA DE CONTROL

Los cigarrillos de tabaco, los licores y las películas pornográficas suelen tener una advertencia en cuanto a su consumo y están prohibidos a menores de edad. Esto no ocurre con la Coca-Cola y otras gaseosas, ni con los pollos de KFC, McDonald's  ni con las hamburguesas de ninguna esquina, ni con los caramelos, los jugos envasados como Frugos, las gomitas, los chicles, los chocolates… y, sin embargo, producen tanto daño y adicción como el tabaco, el alcohol y el porno. A todo esto llamamos “Comida chatarra”.

Por tal adicción encontramos personas que fuman tabaco, otras drogas y se emborrachan a pesar de que saben que eso les puede costar la vida; ven permanentemente porno pese a que tal insistencia los puede convertir en misóginos; consumen pollo broaster o a la brasa, salchipapas, chorizos, etc, con toda clase de cremas, todas ríquísimas, muy adictivas y muy dañinas aun cuando ya se sabe todo el daño que causan.

A las personas que han caído presas de alguna de estas adicciones se les hace extraordinariamente difícil abandonarla, y es que precisamente por tratarse de un gusto irracional no se logra que la exhortación y la persuasión cumplan su cometido. Conozco algunas de estas personas que sienten asco por el agua pura. Sí, asco por el bien más natural y preciado para un ser vivo.

Volviendo a los medios, todos bien llamados como “basura”, ellos también están trabajando como la comida chatarra, creando adictos desde niños, inoculando una droga de la cual luego es muy difícil desprenderse, aun cuando la persona llegue a darse cuenta de que este consumo le hace daño. No logran dejar de ver, escuchar y leer toda esa suciedad mediática. Llega el punto en que consumir programas o contenidos sanos les aburre y hastía. Simplemente no soportan lo sano y culto, tal como los que sienten asco por el agua.


CULTURA BASURA

Así como este proceso de adicción alimentaria se repite igualmente en los medios basura, los cuales no solo crean programas basura sino que los potencian, promueven, publicitan, defienden y atacan en su favor, también conducen a lo que ya podemos llamar “Cultura Basura”, es decir, verdaderos estilos de vida, cosmovisión, pensamiento alrededor de esta inmundicia intelectual y espiritual. Esta Cultura Basura hace de las personas no solo esclavos mentales sino seres completamente ruines, egoístas, mezquinos, violentos, vulgares, estúpidos, irrespetuosos a cualquier forma de autoridad, superficiales, nihilistas, narcisistas, mentirosos, negligentes en sus obligaciones, inútiles a cualquier buena causa, etcétera.

¿No existía esto antes también, en generaciones anteriores? Claro que sí, pero esos antivalores eran censurados; hoy son aplaudidos.


EL COLMO, LA EVIDENCIA

Después de mucho tiempo estoy volviendo a escribir en La Sala de Ensayo y ahora decidí conversar con ustedes de esto, principalmente luego de ver el siguiente vídeo colgado en Facebook.

En este vídeo pueden ver a una persona discapacitada, el actual congresista Gian Carlo Vacchelli haciendo un baile en una muestra de buen humor, sin embargo, el editor del vídeo ha quitado el audio original y ha colocado en su lugar el típico sonido de R2D2, uno de los personajes más populares de Star Wars, con la clara intención de hacer sorna de su apariencia física.


La reacción en este enlace es que casi todas las personas festejan esta humillación, se burlan e insultan a Vaccheli. Algunas de ellas justifican sus burlas e insultos en dos cosas que no deberían ser más importantes que el respeto a los discapacitados: Vacchelli es fujimorista y una vez se quedó dormido en el hemiciclo del Congreso.


Ser fujimorista, para algunos, es como un delito o es equivalente a pertenecer a una organización criminal o naturalmente mafiosa, pese a que nada ha determinado legalmente esa condición. Es cierto que Alberto Fujimori está preso con toda justicia por delitos cometidos durante sus dos gobiernos, pero eso no convierte a su partido en organización criminal. Es como si el escándalo Watergate hubiera implicado considerar al Partido Republicano un paria político o una mafia. Nixon fue castigado y el partido siguió adelante, y a ningún demócrata se le ocurre invocar este caso para descalificar e insultar a los simpatizantes o votantes republicanos. Siendo Perú un país libre que ha soportado muchas épocas de tiranía (tanto desde el Estado como fuera de él), sorprende que haya tanta intolerancia y tanta violencia hacia quienes profesan una creencia o una convicción. Parece que aún no se ha aprendido la lección, es decir, el valor de la libertad de todos, no solo la de unos cuantos.

Por otra parte, dormirse en el Congreso, efectivamente, le ha ocurrido al menos una vez a Vacchelli. Probablemente esto sea inoportuno en un político, los cuales ya de antemano son personas vistas como mentirosos, aprovechadores y ladrones, pese a que no llegan a ese puesto solos sino por los votos de quienes precisamente los critican desde el mismo día de su elección, si no es que desde antes. 

Poca capacidad autocrítica tienen quienes seguramente se creen que jamás han cabeceado en su centro laboral. Seguramente quienes le llaman ladrón por dormirse en el Congreso siempre van lúcidos a trabajar o estudiar, de principio a fin, sin perder ni medio segundo en conversar eventualmente alguna trivialidad con un compañero de trabajo o de estudios, o tener una llamada telefónica ajena al trabajo. Seguramente el Perú es un país de gente que no le saca la vuelta al trabajo ni pestañea siquiera en horas laborales ni hace trampa en los exámenes.

A estas alturas no sorprende que haya personas ciertamente mezquinas que exigen a otros lo que ellas mismas no hacen, no sorprende porque la hipocresía popular no es reciente ni de invento peruano. Perú realmente no es inventor de nada positivo ni negativo en el mundo. Perú, valgan dolorosas verdades, es un país más entre más de dos centenares en el orbe. Eso sí, acoge muy bien vicios milenarios, como la mezquindad, la hipocresía, la falsedad, la burla y el maltrato a los vulnerables.

Pero este nivel de salvajismo simplemente no me cabe, no me lo logro explicar tratándose de gente joven que a la vez defiende derechos civiles y de animales. Sin duda no han de ser los mismos jóvenes, ojalá que no. Por favor, no dejen de leer los comentarios.

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