jueves, 18 de marzo de 2010

Lo que no pregunta el periodismo (y ya pasó un año)

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Quiero transcribirles un artículo que hace un año escribí y envié a algunos buenos amigos en relación a la muerte de Álvaro Ugaz. Luego lo pegué en El Útero de Marita por recomendación de alguien, pero lo importante es que este asunto se mantiene intacto desde entonces. Por favor, juzguen ustedes mismos si el periodismo aprendió a tratar esta clase de temas:


RONALD el 26 Marzo, 2009 19:07:43

Quiero repetir aquí un comentario que hice a unos amigos porque que una de ellos me recomendó este lugar.

Un canal de televisión (lamentablemente no puedo recordar cuál) hizo una animación computarizada de cómo fue el accidente de Álvaro Ugaz basándose en los testimonios del tercer conductor involucrado en el choque. Éste explicó que la camioneta de Ugaz venía en el carril central detrás del camión, que este tercer conductor venía en el carril derecho ligeramente detrás del camión también y que Ugaz, a muy alta velocidad pretendió adelantarlos moviéndose del carril central hacia el derecho, por detrás del camión y por delante del tercer conductor. Pero Ugaz no tuvo espacio ni tiempo suficiente para tal maniobra y dio al camión con el extremo delantero izquierdo contra la parte posterior derecha de aquél, lo que desató el desastre. Estando tan cerca de lo que ocurría, este tercer conductor viró hacia la derecha para alejarse del peligro pero su impericia hizo que él también diera vueltas de campana y quedó de cabeza, aunque sin más muertes. Hay que recordar que la carretera tiene tres carriles en esa zona y que por ello el periodista pudo -y debió- adelantar por el carril izquierdo. También es bueno recordar que no existe velocidad mínima en esta carretera y por ello no se puede alegar que el camión iba “demasiado lento”.

Todo este relato significa que el principal responsable de todo el accidente podría ser el propio fallecido, pese a las infracciones cometidas por el conductor del camión, como ir por el carril central y no por el derecho, no detenerse tras el choque, no denunciar lo ocurrido pese a los daños que sufrió, reparar tal daño con rapidez sospechosa. Tampoco los antecedentes del camionero lo hacen culpable si los sucesos narrados ocurrieron así. Si bien había sido sancionado en el pasado, dicha sanción estaba subsanada y estaba plenamente habilitado para manejar.

Lo que llama la atención es cómo el periodismo, pese a tener a la mano todo lo mencionado, no hace preguntas ni indaga cosas elementales como:

• El estado etílico de los tres conductores involucrados.
• No entrevistan al acompañante de Álvaro Ugaz.
• No preguntan qué hizo ni qué bebieron Ugaz y su colega antes de emprender rumbo a Lima.
• No entrevistan con rigurosidad al tercer conductor.
• No dicen cuál era la velocidad de cada vehículo al momento de los hechos.
• No hacen mención de que adelantar al camión por la derecha constituye una grave falta de tránsito, más aun si se hace cerrando el paso al tercer vehículo.
• Han buscado antecedentes del camionero pero no han preguntado los antecedentes de Álvaro Ugaz, no sólo por su récord de conductor sino entrevistando a personas que habitualmente lo acompañaban, para saber si hay antecedentes de haber sido correlón habitual.

Pese a que cualquier mirada imparcial responsabilizaría a Ugaz de su propia muerte, los periodistas han preferido enterrar cualquier cuestionamiento en este sentido y han concentrado sus esfuerzos en cuatro cosas:

1. Recordar la excelente calidad personal y profesional de su colega.
2. Sin acusarlo directamente, hurgar en todos los pecados pasados y presentes del camionero para que aparezca como exclusivo responsable de los hechos.
3. Exigir al Estado que castigue de modo efectivo a los conductores irresponsables sugiriendo, por supuesto, que Álvaro Ugaz no pudo ser uno de ellos.
4. Mostrar una sorprendente capacidad para la discreción y el respeto para el muerto y su familia, no mostrándolo a él ni a ellos en trance penoso.

De estas cuatro cosas no cuestiono la primera porque yo también disfrutaba mucho del trabajo de Álvaro Ugaz desde hace años. Pero esto primero no explica ni justifica lo segundo y lo tercero. Si Álvaro Ugaz cometió un error que le costó la vida, el periodismo deberá hacer honor a tal verdad y además pedir disculpas al conductor del camión por mostrarlo ante el país como el asesino de Álvaro Ugaz. Esto último no creo que lo hagan jamás. Esperar que un solo periodista pida disculpas es una ingenuidad de quinceañera. Esperar que lo hagan todos sería infantil. En cuanto al cuarto punto, se trata de una hermosa abominación porque esa es la forma en que siempre deben hacer estas cosas y no solo esta vez porque es coleguita. Es pura hipocresía. Qué raro.

Sé que hablar de todo esto parece de mal gusto y ningún periodista quiere que se le tilde de desleal por hacer preguntas comprometedoras para un colega fallecido. Pero es algo que a mucha gente le ronda la cabeza y nadie puede ni se atreve a hablarlo claramente porque al final el periodismo es el que tiene los micrófonos, las imprentas y las pantallas.


Un año después, todo sigue igual. Hoy los periodistas siguen siendo tan impertinentes y prepotentes como antes de la muerte de su amigo. Como ejemplo, noten estas fotos de Cori Alegría, la ex miss Loreto muy recientemente fallecida en Iquitos, portada y foto de Trome del 17.03.2010, el diario más vendido del mundo, el pasquín barato de El Comercio:




Así posan los muertos, a menos que sean periodistas.

Hoy, después de un año, queda claro también que los periodistas no aprendieron nada. Se murió mucha gente después de Ugaz, los vimos, sí, vimos a esos muertos posando muertos, indefensos, tal vez estúpidos que se mataron por su propia culpa, como Ugaz; o tal vez víctimas inocentes de otros que sí iban borrachos, víctima que no fue Ugaz; o tal vez familias que vieron la humillación a sus muertos, no como la de Ugaz; o tal vez acompañantes y copilotos acosados por la prensa, no como Ítalo Uribe, el acompañante de Ugaz; o tal vez camioneros acusados a priori, como el de Ugaz; en fin, el respeto del que disfrutó Ugaz pero que ni antes ni después han disfrutado otros muertos doblemente infelices.

¿Es de interés público saber los peritajes policiales y médicos del accidente de Álvaro Ugaz? Por supuesto, los periodistas dirán que no, que eso no le incumbe a nadie, que a los cagones desconocidos (o como ellos nos llaman despectivamente, el ciudadano de a pie, el ciudadano común y corriente) nos corresponde llorarlo y aplaudirlo, no importa si venía o no bebido de Asia con su amiguito Ítalo Uribe Amorós a altísima velocidad. No, claro, no importa que él mismo pidiera sanción a los conductores irresponsables, aun sin aclarar que él era capaz de ser como uno de ellos. No importan las inconsistencias de su discurso, no importan sus contradicciones ante el público oyente. No, no importa que Uribe no tuviera la honestidad y la franqueza de explicar lo que realmente pasó. No importa tampoco que acusaran miserablemente al camionero Víctor Valverde Quiroz, qué nos importa si es inocente, qué importa que tuviera que arreglar el camión por su cuenta, qué le importa a la gente que la Dra. Roxana Torres Vega nunca averiguara nada (al menos públicamente).

Qué chucha le importa al gran pueblo peruano saber o no si uno de sus más carismáticos comunicadores y consejeros se fue a la mierda como un imbécil, qué le importa al ignorante vulgo iletrado saber o no si una cosa es lo que parlotean los periodistas y otra muy distinta es lo que hacen al dejar la chamba.

La imagen, la imagen se respeta si es de un periodista, pero aún más importante, la imagen vende si no es de un periodista, por eso vemos las terribles fotos de Cori Alegría en Trome, esa basura popular que se encarga del trabajo sucio en El Comercio, tal como El Chino de La Razón, El Popular de La República, Ajá de Correo, la doble cara de la prensa.

¿Por qué teníamos que ver a Cori así, menoscabada e indefensa, destruida, sin poder pedir respeto, sin Juliana Oxenford pidiendo discreción? ¿Por qué teníamos que verla tal como seguimos viendo muertos antes y después de Álvaro Ugaz pero nunca a Álvaro Ugaz? ¿Por qué no ha ido el Premier a verla? ¿Porqué no hay homenajes en el Congreso por los muertos que nadie conoce?

¿Qué hizo Álvaro Ugaz para merecer ese trato? O mejor dicho, ¿qué hicieron todos los demás muertos para merecer ese trato?

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