martes, 3 de diciembre de 2013

Las Mujeres y la Biblia (3/3)

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Confiando en que los lectores han tenido la amabilidad de leer pacientemente el más de medio centenar de textos bíblicos anotados en el segundo post*, paso a comentar mis consideraciones e impresiones emanadas de la lectura mencionada. Evitaré detenerme en algún texto en particular porque si así fuera este post sería interminable. Ah, les recomiendo leer este post con una Biblia a la mano, las referencia y citas bíblicas serán muy frecuentes.


JUDAS MODERNOS

Aunque en la historia de la humanidad Judas Iscariote es visto como un personaje oscuro y muy ajeno a lo que todos quisiéramos ser, en realidad él puede tener una parte muy activa en cada uno de nosotros hoy mismo. No es que me esté refiriendo a que todos seamos traidores de un modo u otro, no es esa la clase de reflexión comparativa que deseo hacer.

¿Nos estamos engañando
como Judas?
Me estoy refiriendo a que Judas interpretó equivocadamente a Jesús de Nazaret. Él, como la gran mayoría del pueblo judío, creyó que el Mesías aparecería de un modo muy similar a Moisés: Un líder tanto religioso como político, que les diera orientación espiritual pero también los guiara a una liberación del dominio del conquistador hereje, otrora Egipto, ahora Roma. Por eso en principio Jesucristo cayó muy bien al oprimido pueblo ansioso de liberación, pero ya los líderes religiosos de su tiempo, los fariseos, preferían cuidar de sus puestos privilegiados otorgados o permitidos por los romanos, antes que entender y apoyar al hijo de Dios.

Judas, por lo tanto, aceptó gustosamente seguir al Mesías y se entregó a su obra espiritual (Mateo 10:2-4), creyendo que pronto se convertiría en un líder además político para liberarles del yugo romano. Cuando cayó en la cuenta de que esto no ocurriría afloraron sus peores miserias. Pasó de ser un zelote revolucionario a ser un vulgar mercenario al servicio del poder (Mateo 26:14-16, 48-50). Nunca logró una verdadera conversión espiritual en su corazón debido a dicha expectativa equivocada, nunca la logró, ni al inicio ni al final de su experiencia con Jesús (Mateo 26:23-25).

Hoy, a la generalidad de la gente le está ocurriendo algo similar a Judas Iscariote, pero en relación a la Biblia, ya no a Jesucristo: Se está pretendiendo que la Biblia, como “palabra de Dios”, sea tan perfecta y atemporal que defienda hoy los derechos civiles pese a que fue escrita hace miles de años.

¿Es realmente la Biblia
la que promueve esto hoy?
Por ello solemos ver dos posiciones muy contrapuestas: La de los cristianos conservadores, quienes -evocando el trato bíblico a las mujeres- niegan a ellas roles similares a los del varón (no solo en la vida religiosa sino también en la familiar, profesional, política, etc.) aunque esta supremacía masculina deba ejercerse con amor y respeto (Por ejemplo, vea 1 Pedro 3:7).

Mientras, las feministas y otros radicales exigen denunciar las escrituras bíblicas por considerarlas fuente histórica de humillación y menoscabo de la dignidad de la mujer. Ambas posiciones, aun siendo tan contrapuestas, son completamente sinceras y solo pretenden el bienestar de todos.

Una tercera posición, un tanto confundida, pretende tanto reconocer la inspiración divina de la Biblia como también la igualdad plena de mujeres y hombres. Lo malo es que estas personas solo están tratando de quedar bien con todos y no logran conciliar racional y objetivamente ambas doctrinas. Intuitivamente quieren sentirse buenos cristianos otorgando a la mujer lo que amorosamente entienden como sus derechos adquiridos en nuestra modernidad. Pero en el fondo estos cristianos liberales sienten que la Biblia no abona en favor de dicha posición.

Una cosa es que la Biblia sea la "verdad"
espiritual, otra es pretender que sea
un texto social sabelotodo.
Quienes han leído la Biblia con cierta profundidad, ya sea como investigadores o creyentes, reconocen que ella no ha sido promotora de cambios sociales. En esa perspectiva, algunas personas creen que la Biblia, si realmente dice “la verdad”, debería defender el derecho a la justicia de la mujer, de los pobres, de los obreros, de los homosexuales, de los esclavos, etc. En esto están pareciéndose a Judas porque, como en el caso de Jesús, se le pretende condicionar a que muestre una posición política o social en temas de actualidad.

Pero esto no es así, nos guste o no. La Biblia no pretende ser un texto de actualidad social, tal como Jesucristo tampoco podía complacer las expectativas políticas de Judas y de gran parte de los judíos de su tiempo. En consecuencia, esos antiguos defraudados traicionaron y mataron al hijo de Dios, tal como hoy los defraudados modernos ridiculizan la Biblia y vez tras vez buscan toda clase de aparentes inconsistencias, contradicciones y fallas en ella. Se le pide a la Biblia algo que no pretende y, al no cumplirse tal exigencia, se la quiere destruir como si no valiese para nada.

Por otra parte, si la Biblia no apoya ni pretende cambios sociales, ¿se opone a ellos? Para saberlo, primero es importante saber cuál es el tema o propósito central de dicho libro, de modo que, respetando ese objetivo básico, podamos conocer el margen de libertad para realizar o no un cambio social, en este caso la igualdad de la mujer.


EL TEMA DE LA BIBLIA

¿Cuál es el tema de la Biblia? En lo que todos los conocedores de la Biblia concuerdan, es que tiene un mensaje estrictamente espiritual o, como dicen los católicos, pastoral. ¿Cuál es dicho mensaje espiritual?
Algunos dicen que el tema principal de la Biblia es el Reino de Dios, es decir, el restablecimiento del dominio divino sobre nuestro mundo (Daniel 2:44), expresado, por ejemplo, en el llamado Padrenuestro cuando reza “Venga a nosotros tu reino y hágase tu voluntad” (Mateo 6:9-13). Por eso Jesús, ante la acusación de los fariseos de creerse rey político, respondió a Poncio Pilatos: “Mi reino no es parte de este mundo”, tratando de decir que es tal reino o gobierno es espiritual, no político (Juan 18:33-36).

Otros dicen que el tema de la Biblia es la redención de la humanidad, esto es, liberarla de la esclavitud al pecado y la muerte en las que cayó tras la desobediencia inicial de Adán y Eva (Mateo 20:28, 1 Timoteo 2:5-6, Romanos 5:12, Colosense 1:13).

Otros más sintetizan que se trata de la reconciliación afectiva de cada individuo con Dios en una relación sentimental similar a la de un hijo con su padre (Lucas 11:42, Juan 13:35, Juan 15:9-17, Juan 17:26, Romanos 5:5,8, Romanos 8:35-39, Romanos 13:10, 1 Corintios 13:1-13, Gálatas 5:6, Efesios 1:4, 2:4-5, 2 Tesalonicenses 3:5).

Como podrá notarse, todas estas posiciones (y otras más) más o menos van en el mismo sentido, dando algunas más énfasis en la autoridad divina, otras en la condición pecaminosa del ser humano, otras en la parte afectiva de la relación espiritual, etc. (2 Corintios 5:14-15) Todas los demás temas, historias y personajes bíblicos, de Génesis a Apocalipsis, giran en torno a este asunto.

En cualquier caso, resulta evidente por todos los textos citados que el mensaje bíblico es estrictamente espiritual. De ninguna manera puede esperarse y, por lo tanto, exigirse, que la Biblia tenga un mensaje político o social. Hay quienes han insistido en interpretar que ese mensaje espiritual está inevitablemente unido a cambios sociales, por ejemplo en la Teología de la Liberación, pero esta teoría teológica es casi completamente extrabíblica, con todo lo bienintencionada que es. En este post, sin embargo,  solo nos estamos ocupando de lo que estrictamente emana de la Biblia (2 Timoteo 3:16).


EL CONTEXTO HISTÓRICO

Otra vez, manteniendo el mensaje principal de la Biblia, debemos ahora atender lo siguiente: ¿Cuán permanente o inamovible son todas las declaraciones bíblicas específicas respecto a otros temas anexos?

La Biblia es un compendio de escritos realizados por varios autores materiales. Las primeras escrituras, en consecuencia, terminaron de ser compendiadas por el patriarca judío Moisés aproximadamente en el año 1513 AC y terminó de escribirse cerca del año 96 de nuestra era, es decir, demoró más de mil seiscientos años en redactarse totalmente. Adicionalmente, su periodo de narración va desde el mismo inicio de la historia humana hace más de seis mil años hasta el futuro indefinido. Aun antes de eso describe simbólica y brevemente cómo ocurrió la formación material del universo.

A lo que voy es que es un libro que debe leerse teniendo en cuenta que han pasado casi dos mil años desde que terminó de escribirse su última parte, el Apocalipsis, por lo cual el contexto histórico y cultural tiene una enorme influencia en él. Hay quienes alegan que tal influencia cultural es muy relativa y superficial debido a que, siendo “inspirado”, todos sus elementos deberían tomarse como referentes perfectamente aplicables en nuestro tiempo.

Aquí reside el meollo del asunto: ¿Realmente TODOS sus elementos deberían tomarse como referentes perfectamente aplicables en TODO tiempo, aun HOY, dos mil años después de terminar de escribirse? ¿Qué libro o pensamiento tan milenario puede aplicarse en TODOS sus extremos con precisión milimétrica, para supuestamente respetar la voluntad de Dios que allí se lee?

Adaptándose a los tiempos modernos.
Si leemos otra vez los textos del segundo post, podrán notar que, sin caer en contradicciones, hay una evidente evolución en la lectura. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento a los varones casados se les llama “dueños” en relación a sus esposas. Sin embargo, esta expresión no vuelve a utilizarse en el Nuevo Testamento, sino que, en un tratamiento perfectamente horizontal, se les llama esposos y esposas. Esta evolución no debería sorprendernos porque estamos hablando de muchas centurias de diferencia entre un grupo de escritos y otro.

Por supuesto, esta evolución se detiene allí porque la Biblia no ha seguido escribiéndose. No obstante, esto de ninguna manera desvirtúa o contradice el mensaje original de la Biblia respecto a que cada individuo de la humanidad debería volverse a Dios y sujetarse a él en una relación de amor directa.

Es clarísimo que, aun así, el contexto histórico de los cristianos del primer siglo es también patriarcal, es decir, los varones tienen autoridad sobre la mujer, jamás al revés, en ningún ámbito. Esto queda fácilmente demostrado en algunas de las cartas escritas por el apóstol Pablo, por ejemplo, la primera que escribió a Timoteo, en donde prohíbe que las mujeres enseñen o “hablen” en las reuniones, afirmando además que la salvación de ellas depende del tener hijos y ser sumisas (1 Timoteo 2:11-15). Este debe ser uno de los textos más irritantes para los feministas, mientras los conservadores cristianos hacen toda clase de piruetas argumentales para disimular el impacto negativo de esas palabras en nuestra cultura moderna.


¿PROMUEVE CAMBIOS SOCIALES, O LOS PROHÍBE?

Un nítido ejemplo de que la Biblia no promueve cambios sociales es el referente a la esclavitud. En su breve carta al cristiano Filemón, el apóstol Pablo aboga en favor de otro cristiano, llamado Onésimo. Onésimo era esclavo de Filemón y había escapado cuando el esclavo aún no se convertía al Cristianismo. Luego, durante su escapatoria, conoció a Pablo y se hizo cristiano. Pablo estaba en prisión como perseguido religioso y Onésimo lo visitaba para servirle como apoyo en todas sus necesidades personales.


El Cristianismo no se opuso a la esclavitud,
por el contrario, hasta la facilitó.
Sin embargo, Pablo entendió que Onésimo era esclavo, y además ajeno, de modo que corrigió tal situación anormal. ¿Cómo lo hizo? Devolvió Onésimo a Filemón junto con la carta que hoy lleva el nombre del dueño del esclavo. En ningún momento le pide o exige liberación para Onésimo, solo le pide que lo trate “como hermano”, es decir, con consideración y respeto especiales.

Aunque todo este relato está en el Nuevo Testamento de la Biblia, hoy este manejo de la situación sería completamente aberrante, repulsivo. Hoy es inconcebible que un cristiano no se manifieste en contra de la esclavitud como no lo hizo Pablo, más aún, sería blanco de justificados ataques el cristiano que tuviera esclavos en su propiedad tal como tenía Filemón.

Sin embargo, otra vez, tenemos que leer la Biblia en su contexto histórico y cultural. ¿Es incoherente esta lectura contextual con que la Biblia sea la eterna y siempre vigente “palabra de Dios”? No. ¿Por qué? Porque la Biblia no promueve cambios sociales al ser un libro de objetivos espirituales, adaptado al contexto cultural en que fue escrita. No le pidamos a la Biblia algo que no pretende.

Estamos en un nuevo contexto cultural.
Sin embargo, la Biblia tampoco prohíbe los cambios sociales en vista de un nuevo contexto histórico o cultural. Aunque encontramos frecuentes exhortaciones a los cristianos que son esclavos para que sean pacíficos, obedientes y sumisos a sus amos, en ninguna parte de la escritura encontramos que se prohíba la abolición de la esclavitud. Por lo tanto, la Biblia es neutral en asuntos políticos o sociales. Solo promueve la paz espiritual en cualquier contexto histórico, social, cultural, o de cualquier índole.

Consecuentemente, la Biblia en su mensaje central no queda disminuida veinte siglos después, cuando el papel de la mujer ha cambiado dramáticamente. La cultura o costumbre del occidente moderno ve a las mujeres completamente iguales al hombre y les otorga tal libertad. ¿Cómo dicha costumbre o cultura de igualdad de la mujer podría menoscabar el mensaje divino de reconciliación de la humanidad con Dios a través de su Reino? ¿Una mujer piadosa, pacífica, honesta, no puede hoy en día enseñar a un grupo de cristianos que buscan ayuda para amar a Dios más plenamente? ¿Es eso razonable en el contexto actual? ¿Realmente contradice el mensaje esencial de la Biblia?


Sí, cristianas en pantalones.
EVOLUCIONANDO

Así como hemos demostrado más arriba que hay una evolución del Antiguo al Nuevo Testamento, así también vemos que hay una evolución en muchas iglesias modernas en cuanto al papel y libertad individuales de la mujer. En efecto, hoy en día las mujeres cristianas pueden usar pantalones libremente, sean formales o jeans, pese a que el pantalón fue creado hace siglos como prenda masculina y la Biblia prohíbe que un género use prendas del otro (Deuteronomio 22:5). Es bien conocida la oposición de cristianos conservadores cuando se introdujo esta prenda de vestir durante el siglo XX, sin embargo, hoy les parece perfectamente normal a las nuevas generaciones de ellos.

Hoy las mujeres ejercen su derecho a votar, y pueden hacerlo aun en contra de la posición política de su esposo, pese a que la Biblia indica que tienen que ser sumisas y jamás se las ve en semejante papel en la Biblia. Muchos cristianos conservadores se opusieron a este derecho femenino durante el siglo XX, sin embargo, hoy también les parece perfectamente normal a las nuevas generaciones de ellos.

Moderna cristiana trabajadora fuera de casa.
Como si fuera poco, muchísimas fieles mujeres cristianas (casadas y solteras) trabajan fuera de su hogar sin que a nadie le parezca una aberración a su rol femenino, pese a que la Biblia indica que ellas deben ser cuidadoras del hogar y los niños si fueran casadas, o ponerse al servicio de la predicación si fueran solteras (1 Corintios 7:32-35, Tito 2:3-5).

Más en contexto religioso, las mujeres cristianas de hoy acuden a sus cultos y servicios religiosos con la cabeza descubierta pese a que antes, y también en la Biblia, se ordena que ellas lleven la cabeza cubierta en tales actividades, especialmente si cumplían
De cabello corto, pantalones
jeans e independiente.
¿Acaso no son así
muchas fieles cristianas?
un rol normalmente asignado al varón (1 Corintios 11:2-10). Más aun, muchas mujeres piadosas usan el cabello corto a pesar de que la Biblia dice explícitamente que esto es una humillación para ellas. Hasta inicios del siglo XX todavía la generalidad de cristianas cumplían el mandato de cubrirse la cabeza y de no cortarse el cabello.

Ninguno de los cambios modernos mencionados ha hecho de tales mujeres unas profanas, unas rebeldes o unas mundanas. ¿Por qué? Porque la calidad de una persona no se explica por su apariencia exterior, ni por su género, ni por el papel que cumpla en función a ello, sino por su corazón sincero y amoroso.


REFLEXIÓN FINAL: LIBERTAD Y PAZ


Terminaré aclarando que con esto no estoy estableciendo que todas las iglesias DEBERÍAN internamente dar dicha igualdad. Solo estoy diciendo que NO hay verdadera base bíblica para IMPEDIR a las mujeres lograr la igualdad de roles, por ejemplo, ser sacerdotisas, pastoras o ancianas, sin distinción de género, siempre que estos roles se desarrollen de acuerdo al orden establecido en cada iglesia, organización o comunidad. Como bien dice Pablo, “que todas las cosas se hagan en orden y por arreglo” (1 Corintios 14:40).

Sea que decidan dar o no tal igualdad en su comunidad, la decisión final debería ser fuente de felicidad y paz, no de amargura o murmuraciones, entre todos sus miembros.