martes, 5 de junio de 2012

TIANANMEN: El Genocidio y la Dictadura sin Castigo


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Esta semana se ha cumplido un año más de ocurrida la mayor masacre contra la lucha por la libertad en China: El 4 de junio de 1989 la dictadura comunista china reprimió de la forma brutal e inhumana una pacífica pero masiva manifestación estudiantil en la Plaza de Tiananmen, en Pekín. Los universitarios, hijos de la reforma educativa de aquellos tiempos, entendieron que es imposible ser culto sin libertad individual y sin elecciones libres.

Uno de los lemas que portaban, “Dame libertad o dame muerte” demuestra que ellos no estaban haciendo una manifestación anticomunista ni procapitalista, ellos apenas estaban pidiendo libertad, estaban pidiendo la libertad de la que debería disfrutar cualquier persona normal: Poder pensar, opinar, expresarse, elegir sin un Estado que los controle o supervise. Ninguna de dichas libertades existía antes de ello y la situación no mejoró después de la matanza. No solo eso, la generalidad de la población china nunca pudo saber los hechos porque el gobierno de ese país controla los medios de comunicación y prohibió que estos asuntos fueran de conocimiento general.

Aun hasta hoy, el gobierno comunista chino no informa a sus ciudadanos sobre aquellos acontecimientos y, cínicamente, expresa su rechazo y que en otros países se hable de sus prácticas criminales aduciendo que se trata de “asuntos internos”. En la temporada de aniversario, las restricciones ainternet se incrementan de forma sorprendentemente eficaz, de modo que resulta imposible para un chino hacer búsquedas o publicaciones que hagan menciones como “Tiananmen”, “masacre”, “genocidio”, “1989”, e incluso bloquea cualquier fotografía o imagen alusiva al mayor acto de violación de los derechos humanos de los últimos tiempos.

Sin embargo, gracias a agencias extranjeras y a algunos afortunados disidentes chinos, pudo conocerse estos atroces acontecimientos y hasta pudimos ver cómo un solo joven estudiante desafiaba a un enorme tanque militar comunista sin más arma que su propio arrojo, sin palo, piedra ni arma alguna. De pie, acompañado solo con su convicción por la libertad, este hijo de la Libertad nunca se sintió intimidado por quienes se creen dueños de toda una nación y de las conciencias de sus ciudadanos.


VERGÜENZA AJENA

Cuánta vergüenza ajena producen quienes aquí en Perú, desde la izquierda admiradora del régimen chino, hablan de abuso cuando los antimineros arrojan piedras a la policía y ésta intenta restaurar el orden con bombas lacrimógenas y balas. “Piedras contra balas”, dicen. “Dictadura minera-militar”, dicen. Es cierto que ha existido -y aun existe- muchas veces brutalidad policial en estos intentos por restablecer el orden, pero llama la atención la doble visión, la doble moral de victimizarse por los conflictos locales mientras son indiferentes a los miles de muertos indefensos de China. Se han refugiado en el pretexto ambientalista, el nuevo disfraz de los que buscan agudizar las diferencias, la lucha de clases y la agitación, no permitir ni facilitar el entendimiento ni el diálogo.

Cuánta vergüenza ajena producen quienes aquí en Latinoamérica, desde la izquierda admiradora del régimen chino, hablan de antiimperialismo yanqui cuando ellos también promueven una red internacional ideológica extranjera que no ama la libertad de todos. La vergonzosa experiencia castrista de Cuba a ellos no les dice nada. Ya quisieran ellos que el gobierno ecuatoriano se adueñe de los medios de su país. Una y otra vez encontramos que pretenden entrar y nunca más salir del poder. Han mentido miserablemente para acceder al poder, como cuando Chávez decía que Fidel era un dictador mientras era candidato. Esas mentiras no le molestan a la izquierda latinoamericana, pero sí se enojan cuando su candidato peruano Ollanta Humala cambia a la derecha y lo acusan de traidor. Pero no dijeron ni pío cuando Humala usaba la misma táctica mentirosa de Chávez respecto a Cuba y Venezuela firmando Hojas de Ruta para la derecha. Esas mentiras sí les han parecido apropiadas.

Cuánta vergüenza ajena producen los empresarios del mundo y sus títeres a quienes llamamos “presidentes”, cuando babean de codicia mercantilista por hacer negocios con la China genocida. Ellos festejan sus Tratados de Libre Comercio, se frotan las manos por sus pingües ganancias proyectadas. A ellos no les importa el rojo sino el verde, no el verde de la naturaleza sino el verde del dinero, no importa Tiananmen, no importan los muertos, no importan los perseguidos, no importa la libertad que no existe en China.

Los presidentes firman tratados para que no los acusen de ineptos ni reaccionarios, que no los acusen de un estúpido romanticismo porque lo principal es la plata, no la libertad de expresión ni los muertos en país ajeno. No conviene políticamente buscarse reproches con los electores para defender a las víctimas extranjeras. A los políticos no les vale la pena.

Porque todos fueron felices a la olimpiadas del 2008, todos firman TLCs, todos ofrecen mercados a los productos chinos, todos quieren hacer negocios con China, por eso nadie quiere hablar de los muertos de Tiananmen, nadie quiere aguarse la fiesta. Como putas en ganga, como andrajos en remate, presidentes y empresarios arrastrados ante el dinero asiático manchado de sangre.

Los noticiarios han dejado a un lado el aniversario de tan brutal matanza, ninguno ha hecho mención de miles de muertos y mutilados que hasta hoy no encuentran justicia, miles de conciencias que parecen haber luchado en vano. Queremos dinero y esa es la verdad, por eso no nos molesta la sangre lejana pero nos encanta el dinero cercano. Los medios han preferido hablar de fútbol o del jubileo de la Reina antes que luchar por la libertad, publicistas del olvido y la inacción.

China necesita otra bandera, otros dirigentes, no merece asesinos impenitentes que solo se han acercado a Occidente por negocios pero no creen en la libertad. El rojo de la bandera china hoy representa toda la sangre derramada por décadas por ese régimen asesino. ¿Por qué el mundo bloquea a Cuba pero no a China? ¿Por qué los jóvenes muertos chinos de Tiananmen valen menos que los cubanos de Miami? ¿Por qué somos valientes con el pequeño pero no con el grande? ¿Por qué somos tan cobardes, indolentes e hipócritas en el resto del mundo?



Mientras tanto, las muertes de Tiananmen cumplen un año más de perpetradas. Yo era un adolescente universitario cuando ocurrió el genocidio. Esos jóvenes muertos deberían tener mi edad, esos jóvenes muertos deberían hoy estar escribiendo con esta misma libertad con que yo lo hago ahora y leyendo con la misma libertad con la que ustedes leen esto ahora. Esos jóvenes deberían estar educando a sus hijos festejando su libertad.

Pero ellos están muertos y no leen ni escriben más. Nunca supieron la dicha de tener hijos. Los nuevos jóvenes chinos tampoco pueden leer ni escribir libremente, son analfabetos de la libertad. Peor aún, así como a televisión basura nos contamina aquí en Latinoamérica, allá en China el vil metal mercantilista occidental hace que millones crean que ahora lo tienen todo en sus bolsillos cuando no tienen lo más importante en su espíritu. No, la libertad no puede ser solo económica.

¿De qué sirve el dinero y la prosperidad material si luego no puedes expresarte ni cumplir tus sueños libremente? ¿De qué han servido todas esas muertes de Tiananmen y toda la riqueza si los actuales jóvenes no se integran al libre pensamiento global? ¿Qué sentido tuvo ese heroísmo si nadie lo recuerda ahora?

No hay sistema perfecto, pero ninguno es tan imperfecto y brutal como una dictadura, sea de derecha o de izquierda, aun si fuera popular. La popularidad de un dictador no lo hace menos dictador. China es milenaria pero su dictadura solo es centenaria, lo cual igual es demasiado tiempo. Se cumplen 23 años de Tiananmen y el mundo no parece interesado en acabar con este abuso comunista, el mundo no parece interesado en honrar a los muertos más allá de unos cuantos discursos y la mera palabrería.



¿Qué más podemos hacer, cada uno de nosotros? Denunciarlo, no olvidarlo jamás. Pero es muy importante ejercer nuestro propio bloqueo y veto a China. No consumamos productos chinos, porque el nuevo sistema híbrido comunista-capitalista chino se basa en que con bolsillos llenos y negocios pujantes nadie les dirá nada.

Recordemos: Cuando compramos productos o servicios hechos en China estamos validando lo que ese gobierno hace contra su propia población, estamos complaciendo y financiando a esa banda de criminales y genocidas que manejan China.

No se trata de matar de hambre a los pobladores chinos, se trata de enviar este mensaje a su gobierno: Que tal vez los comunistas chinos hayan decidido aliarse a los empresarios mundiales para lograr la pasividad del resto de gobiernos del mundo, pero hay una población que no olvida a muertos inocentes que solo querían libertad. No podemos seguir premiando a los genocidas. No compre productos chinos, no consuma productos fabricados en China, aun si son marcas extranjeras en ese país.

Eso sí, apoyemos los servicios de pobladores chinos migrantes fuera de China, quienes han huido del hambre y de la esclavitud mental. Asegurémonos de que nuestro dinero apoye la libertad, no el crimen impune.

No olvidemos Tiananmen, no olvidemos la libertad que otros no tienen.