viernes, 10 de febrero de 2012

DE SEXO, PATRIA Y ESTRÉS

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¿Han escuchado hablar de Alexis Amore? Hace unos días me acordé de ella, la actriz porno peruana más exitosa en los Estados Unidos.  Me la encontré de casualidad en internet (sí, claro) navegando en Redtube. Por si acaso, yo entraba a Redtube en plan de investigación periodística, científica, para poder documentarme en este post (sí, claro).

El caso es que era evidente la popularidad de Alexis Amore (o Fabiola Melgar, su verdadero nombre) en la página porno más famosa del mundo por su variedad, dinamismo y seguridad. Vamos, la recomiendo si no tienen otra cosa qué hacer. He quedado sorprendido por las estadísticas de Alexis. Eh, no me refiero solo a su puntaje aprobatorio sino a las cosas que hace. Qué tales acrobacias, tiene un aire a Karen Dejo pero haciendo lo que todos quisiéramos hacerle a la chichera. Sí, señora, por ahí también.

Alexis Amore hace patria, me sentí muy peruano viéndola envuelta en nuestra bandera, no sentada en ella como la insulsa de Leysi Suárez que al final no es ni porno ni decentita. A Alexis le salió buena la foto. Yo no tengo prejuicios con la bandera porque finalmente es de todos los peruanos, o sea, de ella también. Nada ilegal, para dolor de los fariseos nacionalistas. Si hasta hay escenas en que la bandera gringa está de fondo con todo el jaleo de tetas y rajas que van y vienen. Y nadie hace muecas.

O sea, Vargas Llosa en Literatura, Gastón Acurio en Gastronomía, Gianmarco en música popular, Juan Diego Flórez en Lírica, Daysi Cori en Ajedrez, Alan García en Palabrería Olímpica… y Alexis Amore en Pornografía. Arriba Perú.


IR DE PUTAS

Mi esposa está durante más de un mes en Chile viendo unos asuntos familiares bastante penosos.  Así que, sin querer, estoy de sequía, ay, yo que suelo ser tan activo.  Contrario a lo que pensé, no me he ido por ahí a fiestas, levantar flacas o ir de putas. No sé qué me pasa. No tengo ganas de nada, cuando he salido lo hice medio desganado.  Más bien me lo he pasado preocupado por cuidar de mi hijo de 13 que se queda solo en casa y no quiero que se lo pase de vago, quiero que tienda su cama, que apoye en la limpieza y no deje de ir a almorzar y cenar a casa de mi hermana. Además, hay algunos trabajos que encargamos antes de que mi esposa se fuera y tengo que estar al tanto del avance de esas obras.

¿Necesito ir de putas para matar el estrés? No me apetece, no por marica ni por bobo sino porque ya antes fui y no lo pasé bien consumiendo. En los night clubs y en burdeles mejor lo he pasado en plan de jironeo, de sapo nomás, como disfrutando el show y el ambiente.  La única vez que estuve con una puta fue hace años cuando estaba malísimo con mi esposa y estaba en el proceso de salir de los testigos de Jehová. No es fácil dejar de ser testigo de Jehová, golpea mucho el ánimo. Estaba con el estrés destruyéndome y me dejé llevar cuando unos patas del colegio se iban al Scarlet luego de la reunión anual del Champagnat.

Así que acompañé a Chito, Pelón y el Chino por ese periplo que ahora recuerdo con nostalgia, pese al estrés y a que la puta me salió súper aburrida, probablemente por mi propia culpa.  Chito era una celebridad en el Scarlet, y se juntó con unas flacas muy lindas acompañado por el Pelón, saludándose como en familia, mientras yo me quedé en la barra viendo el show y alcoholizándome.  En tanto, el Chino se fue con una brasileña brutal al telo de arriba y desapareció.

Algunas flacas se acercan a conversar mientras uno está solo, pero yo pensaba en mi alejamiento de mi religión, en lo infeliz que me sentía por dejar algo que me había fascinado por más de quince años, en que mi esposa estaba mal conmigo y mi hijo no iba a entender por qué me fui de nuestras creencias. No tenía ganas de ninguna mujer, pese a que algunas eran realmente bellas y con unos cuerpazos de ensueño, ahora que lo recuerdo.

Música a todo volumen, luces, tragos, humo, pole dance, los aplausos soñadores de los pajeros. Yo miraba sin ver, veía sin mirar, streap tease que no me produce nada mientras seguía navegando en mis frustraciones.

Se acerca una chata, chata tenía que ser, a hacerme conversa. Me cuenta que es de la selva. Habla sin que yo conteste, sigue hablando no sé qué y creo que debería responder algo, quiere que le invite un trago pero también me dice cuánto es por ir arriba al menos media hora. Supongo que hice números y calculé que el trago era muy caro y salía más a cuenta para los dos subir a ver qué pasa. Total, el costo era por tiempo y no por polvo. Mal, me demoré un siglo y la hembra sobre mí hace lo que puede y yo tumbado mirándome en el espejo del techo, tocando fondo, mirando mis ojos derrotados, que eligen la derrota más humillante posible, que nadie podría entender. Mal, tiene las nalgas más duras que una pelota de básket, anda malo ese aceite de avión. No tengo ánimo para esto, pensaba. Qué vida de mierda estaba pasando.

Después del suplicio regresé al piso de abajo para ver cómo andaban los muchachos, felizmente ellos sí lo estaban pasando muy bien, tanto, que el Chino no volvía y temíamos que le hubiera pasado algo. Después de un par de horas volvió feliz y con la brasileña rengueando…


DESPIDIENDO SOLTERÍAS

Pero esa fue la única vez en que lo pasé mal por estar cargado con tanto rollo. Eso sí, nunca más he tocado a una puta, al menos hasta donde me he dado cuenta.  Otra cosa muy diferente fue cuando se casó Arnaldo, excelente amigo y compañero de trabajo.  Uf, allí sí lo pasamos muy bien y divertido, especialmente los que organizamos su despedida, “la comisión”.  Fuimos por todas lados buscando chicas, telos, huecos y night clubs, logramos un buen know how… bueno, uno empieza muy alto y termina conformándose con Las Cucardas, tal vez el burdel más famoso y tradicional de Lima.  Hubiéramos querido una cosa más privada, no con un montón de gente circulando por ahí.  Pero lo que parecía un problema al final resultó una ventaja.

Muchos de los que fuimos aquella vez ya han renunciado y ahora trabajan en otras empresas, pero esa ocasión, cuándo no los hombres, hizo que nuestra amistad se fortaleciera y se hiciera inolvidable. Carlitos, Rubén, Ray, Harum y otros más resultamos animando la noche de todos los clientes de Las Cucardas aquella vez.  Las Cucardas consiste en un circuito cerrado de pasadizos a cuyos ambos lados están los cuartitos, con cada chica a la puerta a la espera de congraciar a algún cliente potencial.  Estos cuartos son muy pequeños, apenas cabe la cama de plaza y media y un lavatorio. Lo malo es que las paredes están hechas de material tan ligero que se escucha como si estuvieras en plena vía pública.  El ambiente es como de un centro comercial, andando por los pasadizos viendo vitrinas con la mercadería expuesta. Sólo que las luces son más rojizas y la mercadería está viva y llamándolo a uno.

A mí me cayó de perillas que escogiéramos este lugar porque está muy cerca de mi barrio y no tenía que preocuparme por la hora. Está entre las avenidas Colonial y Argentina, a la altura de la avenida Tingo María, en el Cercado de Lima.  Hubiera sido una vaina ir al Scarlet, en el norte de la ciudad, muy lejos de nuestras casas. Además me trae malos recuerdos, como comprenderán.

Durante la comisión habíamos ido a muchos lugares en toda la ciudad, calculando la posibilidad de contratar a un par de chicas para que nos hagan un show privado en el hotel Los Mirtos, en el límite de San Isidro y Lince, donde tienen un ambiente en el primer piso especialmente habilitado para este propósito, con habitaciones independientes, las cuales tienen columpios, sillas de montar y todas esas cosas para que el novio y algún otro se sientan actores porno por una horas (o unos cuantos minutos). En fin, salía más caro y la gente no siempre quiere poner.

En fin, volviendo a Las Cucardas, yo me encargué de recaudar el dinero y escoger a la chica que haría el show. Es que Las Cucardas, pese a ser principalmente un burdel, también tiene un pequeño espacio para que las chicas se turnen haciendo pole dance y otros malabares, rodeado de algunos sillones como de consultorio médico.  Al frente está el bar para mirones, solitarios y desocupados.

Así que pregunté al barman por una chica que se especializara en despedidas de soltero y, sin pensarlo dos veces, me recomendó a Mariana, una joven morena de pelo pintado, alta, delgada, de mirada decidida y frontal... y, claro, lindísima figura, ni exagerado como vedette ni esquelética como modelo de pasarela. Eso sí, era medio problemática porque apenas unos minutos antes nos habíamos mandado mutuamente a la mierda porque no se nos dio la gana de darnos permiso al cruzarnos cuando recién llegamos al lugar.  Nos miramos con desconfianza cuando el barman nos presentó.  Pero chamba es chamba y yo solo quería que Arnaldo lo pase bien. Así que fuimos profesionales y no me cobró mucho por el “show completo”. Para evitar malentendidos, le pregunté qué significa en ese contexto la palabra “completo”.

- Hasta donde él diga.
- ¿Y si quiere todo?, retruqué.
- Entonces será todo.
- ¿Sexo?
- También.
- ¿Allí, en público?, pregunté algo sorprendido.
- Claro pues, ¿O quieres que me lo lleve a otro lado? ¿Qué show es ése?
- Ta’ bien, ta’ bien. Hasta donde Arnaldo diga. Pero si te detiene no lo vas a obligar.
- Mejor para mí. Dile que él me avisa.
- Ok.

Salía baratísimo un show con sexo incluido, yo esperaba pagar aparte ese asunto. Luego me cambió el tema:

- ¿Qué disfraz quieres?
- Chucha, no sé, ¿de qué tienes?
- De enfermera, policía, de puta…

Muy gracioso que me diga que se puede disfrazar de puta, como si fuera otra cosa.

- De policía está bien…
- Ok, espérenme en los sillones, ya bajo.

Así que los sillones fueron para nosotros, en primera fila y mientras esperábamos el locutor en off convocaba a la clientela a que se congregue para ver el show de Mariana a Arnaldo por su matri, todo un acontecimiento que rompía la rutina de Las Cucardas.


Para cuando empezó el show había probablemente unas cien personas en total, entre arrechos, empleados y chicas. Todo el mundo se apiñó en el espacio que se redujo al mínimo con tanta gente. Yo creo que mientras duró el show nadie estaba en chamba. Me aseguré de insistirle a Arnaldo que quedaba en él la decisión de detener a Mariana, no fuera a ser que luego me diga que lo violaron o, por el contrario, que lo dejaron con las ganas.

Recuerdo que Arnaldo quedó al centro de la fila de los sentados, a su izquierda estaba Carlitos, el siguiente yo, luego Rubén. Por la derecha de Arnaldo estaba Ray y no sé quiénes más. Lo cierto es que el baile de la policía erótica estuvo bacán, de menos a más. De pronto Mariana bajó hacia nosotros, levantó su piernaza izquierda para poner su pie en el espaldar de los sillones, justo entre las cabezas de Carlitos y Arnaldo, y tomó al primero de los cabellos de la mollera y empezó a restregarle la cara en la chucha, por Dios, no sabíamos si sorprendernos o si cagarnos de risa como todos los asistentes, mientras el pobre Carlitos gritaba “¡¡¡Yo no soy, yo no soy!!!”, creyendo que Mariana lo había confundido con el agasajado.

El caso es que uno veía la cabeza de Carlitos escobillando a Mariana allí donde parecía que le picaba, impresionante pero no sensual, él sufría y ella no se conmovía son el sufrimiento ajeno.  Para cuando lo soltó, Carlos tenía la cara más roja del mundo y el cabello como con gel, vaya uno a saber por qué.

Luego, ahora sí, le tocó a Arnaldo, quien fue invitado por Mariana a subir al escenario. Arnaldo aún se reía por lo ocurrido a Carlitos cuando, en pleno baile sensual, Mariana le abrió la camisa de golpe, los botones volando como fuegos artificiales. Y un sonoro correazo para que obedezca. A la policía se la respeta.

Baile, tetas y culo al aire, todo al aire en un movimiento cada vez más frenético y explícito, mientras Mariana iba, poco a poco, mostrándonos a Arnaldo de una forma impensada: Calato, pilucho, desnudo a vista de todo el mundo. Esa no es la clase de cosas que esperábamos ver.

Mientras menos ropa tenía, más pequeño se iba haciendo Arnaldo, la bulla de la música y las luces, pero sobre todo el griterío de los espectadores que exigían más y más.  “¡Agárrala huevón!”, “¡Dale, dale!”, era una confusión de arengas, vivas y risotadas de muchos hombres a la vez, como si fuera la final de un campeonato de fútbol.  Todos quería ver a Arnaldo tener una performance con Mariana, Mariana lo tenía calato y lo tiró al piso pero Arnaldo ya no reaccionaba, tenía el miembro más pequeño que el meñique de un bebé. Lo estaba goleando. Me lo imagino aterrado, harto de tanto grito y empujones verbales, todo el mundo gritándole qué hacer. Una enorme y voluptuosa mujer encima de un pobre tipo que no se atrevía a decir que no, pero tampoco a detenerlo, se reía, se paralizaba, se movía, pero nada más. Estaba jugando contra Boca en la Bombonera.

Mariana nos pide a gatas un condón que no tenemos, “¡un condón, un condón!”. Una vez que lo hubo tenido se lo puso aunque le bailaba, tengo en mi retina a Mariana con la boca llena de nada y a Arnaldo probablemente suplicando mentalmente que todo acabe, pero sin chistar.  Ahora con Mariana sentada encima, y la gente ya puteando y no arengando,  mi buen amigo hacía lo que podía por inercia pero nunca por placer.

Me queda claro que uno no puede tirar enfrente de una jauría de arrechos, decenas y decenas de ellos, más salvajes que una barra brava. Así no pues, por favor, ¿pueden mirar a otro lado?

En fin, Mariana dio por terminado todo y nosotros recogiendo botones voladores.  Me acerqué a la puta-policía para felicitarla porque realmente manejó el escenario como una diosa con un vulgar mortal.  Me sentí muy afortunado de haberla conocido y ella estaba feliz aunque agotada y bañada en sudor. Qué fuerte abrazo y beso le di.  Las desconfianzas quedaron atrás y creo que hasta nos caímos bien.  No, no me la tiré, no confundan el trabajo y el placer.

Arnaldo, por su parte, se vestía como podía y poco a poco el ambiente retomaba la normalidad, los salvajes se iban como cuando se sale del estadio, comentando el partido, y pronto los teníamos de nuevo dando vueltas por los pasillos viendo muñecas para jugar. De nosotros, no olvido a Rubén agrandado pese a su perfil de Pablo Mármol, pequeñísimo, buscándose y concordando con la hembra más alta de todas, un mujerón que fácilmente podía llegar a mi estatura. ¿No sería travesti? No, imposible, en Las Cucardas no hay travestis.  Lo que pasa es que a Rubén le gustan los grandes retos, eso es lo que pasa.

En todas las veces que fui a Las Cucardas y a otros sitios buscando lo mejor para Arnaldo encontré que ese ambiente es ciertamente sórdido pero también alegre. No me siento mal por haber participado en ello, creo que el entretenimiento para adultos es como cualquier otro entretenimiento: Nos quita tensiones y nos da pequeños momentos de fuga anímica en medio de una rutina y compromisos muchas veces hostiles y agobiantes.  En mi caso, aparte de aquella penosa vez del Scarlet, nunca he estado con prostituta alguna e igual siento que me he divertido mucho.

Tal vez me hubiera gustado aceptar el ofrecimiento que nos hicieron en el club Kilate, que podíamos contratar a la vedette que quisiéramos para un servicio completo. Ojo, completo.  Con teléfonos y todo.  Eso de tirarse a una vedette famosa tal vez le hubiera dado un toque especial, pero algunos no querían poner más plata. Quién sabe para la próxima.


LAS VECINAS

Las Cucardas está muy cerca de mi casa, casi caminando, y me pregunto si me daré una vuelta para soltar los nervios, probablemente sin consumir pero para que el ambiente me recuerde que la vida es como es.  Que Las Cucardas nunca descansa desde antes de los tiempos de Mariana, como nuestras vidas tampoco. Que la gente hipócrita condena el sexo por dinero, pero admitamos que todas las mujeres igual nos palpan el bolsillo para ver si redituamos.

Quizá Alexis Amore de Redtube, la chata del Scarlet y Mariana de Las Cucardas sean putas, sí, pero los de afuera piensan que eso las hace menos valiosas. Yo solo las recuerdo con verdadero cariño.